El campo mexicano enfrenta un nueva crisis por la falta de un seguro agrícola que ampare los daños provocados por la sequía sobre la producción de granos básicos, frutas, verduras, carne, huevo y, en general, alimentos frescos, reveló la AMIS.
La directora general de la Asociación Mexicana de Instituciones de Seguros (AMIS), Norma Alicia Rosas, informó que apenas 14% de los cultivos de todo el país cuentan con una póliza o cobertura contra la pérdida de las cosechas por la carencia de agua, heladas y siniestros.
Mientras que 86% de los sembradíos y actividades agrícolas están completamente desprotegidas ante los daños generados por la sequía, como la pérdida total de la producción de alimentos y el patrimonio mismo de los agricultores.
Para tener una dimensión de la gravedad del problema, basta decir que el Grupo Consultor de Mercados Agrícolas (GCMA) reportó que nueve estados del país sufren las afectaciones de la sequía en 100% de su territorio y actividades agrícolas.
Además de que otras nueve entidades registran daños por falta de agua en grandes proporciones de sus tierras, que van de 44% a 99% del campo o territorio disponible. Entre los más golpeados están los grandes productores agrícolas de Sinaloa, Aguascalientes, Durango, Hidalgo, Guanajuato y Querétaro.
“Las aseguradoras proponen: crear una estrategia Integral de Administración de Riesgos, incluido el seguro para el sector agropecuario e impulsar el subsidio a dicho seguro, para incrementar la resiliencia de los productores de bajos ingresos”.
— AMIS
Se desploma seguro agrícola
Al presentar el documento México asegurado: Propuesta de la industria para fortalecer la protección de las familias mexicanas, la directora de la AMIS señaló que el número de cultivos con un seguro se desplomó de 60% a 14% en los últimos cuatro años.
Ello, explicó, debido a la decisión del gobierno de suspender el subsidio al seguro agrícola, que se dejo de aplicar desde 2020; cuyo impacto obligó a los agricultores a suspender la contratación de dichas coberturas.
Indicó que, además del golpe financiero a la producción de granos como el maíz o trigo y alimentos frescos en general, las afectaciones más graves recaen sobre los pequeños agricultores, quienes se enfrentan a la pérdida de su modo de vida y su patrimonio completo.
Ello, sin contar que, cuando no hay recursos o coberturas para reponer los daños provocados por la falta de agua o sequía, también se activa el riesgo de escasez de alimentos.
Y con esto último un eventual aumento en el precio de los productos del campo y el consecuente incremento en los niveles de pobreza entre las familias y zonas más impactadas por la sequía.
