El Congreso de la Ciudad de México exhortó a la Secretaría de Cultura de la ciudad a declarar el “oficio tradicional de organillero” como patrimonio cultural inmaterial de la CDMX.
Al tomar la palabra en tribuna, la diputada Andrea Vicenteño Barrientos resaltó el carácter histórico de las personas que se dedican a este oficio, considerándolo parte del legado revolucionario.
Expresó la importancia de apoyar a aquellos dedicados a esta actividad tradicional para que las generaciones futuras puedan disfrutar de esta música, que forma parte de la historia de la ciudad.
En todo el país, se estima que hay 500 organilleros a nivel federal, de los cuales 450 se encuentran en la capital. Sin embargo, actualmente enfrentan dificultades para mantener su actividad, careciendo de ingresos estables, reconocimiento y apoyo de programas específicos.
La congresista destacó que el 50% de los integrantes de este gremio alquilan diariamente el aparato musical que utilizan, además de costear sus uniformes y otros gastos, como el almacenamiento y la competencia con otros artistas urbanos. También enfrentan variabilidad en sus ingresos por temporada y la afluencia de visitantes.
Origen del organillero
Los organilleros tienen su origen en Alemania y el organillo es uno de los instrumentos más populares en las plazas y avenidas de México. Consiste en una caja de madera portátil con puntillas de bronce que reproducen su peculiar sonido. Este instrumento se popularizó en el país a finales del siglo XIX, cuando algunas familias de migrantes alemanes se instalaron aquí, incluidos los dueños de la casa de instrumentos musicales Wagner y Levien.
Aunque los organilleros dejaron de fabricarse en Alemania después de la Segunda Guerra Mundial, la gran cantidad de organilleros en México permitió que esta tradición sobreviviera, ya que es un oficio que se transmite de generación en generación.
En 1975 se formó la Unión de Organilleros de la República Mexicana y en la década de los noventa, el Gobierno de la Ciudad de México impulsó un programa para preservar esta tradición en el Centro Histórico. Sin embargo, esta profesión ha disminuido con el paso de los años.