Los seres humanos hemos creado y modificado miles de formas para poder comunicarnos entre sí mismos, desde dibujar en piedras hasta cambiar con un símbolo una letra para ser más universales. Pese a todo ello, una parte de nuestro cuerpo nos podría delatar si no tenemos el suficiente cuidado.
A la hora de expresar una idea, muchas personas suelen hacer gestos con manos y cara lo que se denomina como lenguaje no verbal y éste, a su vez, constituye un porcentaje significativo en el lenguaje cotidiano, pues podemos hacer señas con las manos, boca y cejas.
Estas últimas pueden delatarte a la hora de estar hablando pues denotan sorpresa, enojo o tristeza sin necesidad de decir una palabra, solo basta con colocarlas a la altura requerida para expresar lo que se siente en ese momento.
Más que una protección
La evolución de las cejas es una respuesta adaptativa a una necesidad práctica como lo es proteger los ojos del polvo, el resplandor del sol y sobretodo del sudor.
Por su forma curva, estos vellos corporales cumplen con la primordial función de evitar que caigan líquidos a los ojos, desplazándolos hacia los lados para evitar molestias.
Después se tuvo la idea de que también servían como una señal de dominio entre nuestros ancestros. Esta teoría proponía que su apariencia más prominente y ósea, bastante distinta a la actual, actuaba como una señal de agresividad destinada a asegurar la supervivencia de la especie.
Una señal de expresión
Las cejas dibujan nuestra expresión emocional. Dependiendo la intensión, tienen la capacidad para complementar o incluso contradecir el lenguaje verbal ya que aportan riqueza y complejidad a nuestras interacciones diarias.
Fruncir el ceño para entenderlo mejor
La investigadora Naomi Nota de la Universidad de Radboud, en Países Bajos, descubrió que al realizar preguntas informativas tendemos a fruncir el ceño de manera inconsciente, especialmente al inicio de la misma. Este gesto facilita significativamente la detección y comprensión de la intención comunicativa.
Esta capacidad ha sido implementada en robots para que aprendan a dirigir correctamente una pregunta a un humano, mismo que identifica mejor si se trata de una pregunta con el juego de cejas y sus respectivos movimientos.