La tarde del viernes 24 de mayo, miles de chilangos fueron sorprendidos por un fenómeno natural que pintó el cielo de la Ciudad de México (CDMX) con colores naranjas y rojos espectaculares tras las lluvias.
En medio de una intensa ola de calor, el cielo se tiñó de un tono sepia, lo que provocó diversas reacciones entre los capitalinos. Algunos pensaron que era el inicio del apocalipsis, mientras que otros creyeron que se trataba de la llegada de extraterrestres.
Sin embargo, la realidad es mucho más simple y fascinante. Aquí en Publimetro México te explicamos por qué el cielo se volvió sepia. Las redes sociales se inundaron de espectaculares fotos y videos de los capitalinos que quedaron impactados con el extraño, pero hermoso, color sepia que predominó en el cielo después de la lluvia.
Muchos aseguraron que el cielo se veía naranja y rojo, un fenómeno que ocurrió aproximadamente a las 18:00 horas, justo al momento del atardecer. Aunque este evento pudo parecer alarmante para algunos, tiene una explicación científica clara.
De acuerdo con la Oficina Nacional de Administración Oceánica y Atmosférica o National Oceanic and Atmospheric Administration (NOAA) de Estados Unidos, el cielo puede tomar un color naranja o rojo después de la lluvia debido a varios factores relacionados con la dispersión de la luz y las condiciones atmosféricas.
¿Fue culpa de la contingencia ambiental?
Este fenómeno está ligado al movimiento de los sistemas meteorológicos de alta y baja presión superficial y a la manera en que los colores de la luz solar se dispersan de forma diferente en atmósferas sucias y limpias; recordemos que el viernes 24 de mayo, la Comisión Ambiental de la Megalópolis (CAMe) levantó la Fase I de Contingencia Ambiental en la Zona Metropolitana del Valle de México (ZMVM).
Después de una lluvia, especialmente si ocurre cerca del amanecer o el atardecer, el ángulo bajo del sol refuerza el efecto de la dispersión de Rayleigh.
Con este efecto la luz solar debe atravesar una mayor cantidad de atmósfera, lo que aumenta la dispersión de las longitudes de onda cortas (como el azul) y deja pasar más las longitudes de onda largas (como el rojo y el naranja).
Además, las nubes que permanecen después de una tormenta pueden reflejar y dispersar la luz solar. Cuando el sol está bajo en el horizonte, su luz puede iluminar las nubes desde abajo, creando un espectáculo de colores vibrantes. Las gotas de agua en las nubes también pueden dispersar y refractar la luz, acentuando los tonos cálidos.
Estos factores combinados pueden dar lugar a un cielo espectacularmente colorido después de una tormenta, especialmente durante las primeras o últimas horas del día, como ocurrió al atardecer en la CDMX la tarde del viernes 24 de mayo, así que no, no se trató del anuncio del fin del mundo.