La Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) destacó con orgullo que Claudia Sheinbaum, la primera mujer en asumir la presidencia de México, proviene de sus aulas, subrayando su trayectoria académica y su compromiso con la ciencia. La UNAM ha sido fundamental en la formación de Sheinbaum, quien inició su camino universitario en 1977, cuando ingresó al Colegio de Ciencias y Humanidades (CCH) Sur, donde comenzó a mostrar su interés en temas de física y energía.
La UNAM destacó que Sheinbaum se distinguió desde joven como una líder estudiantil. En 1986, fue dirigente del Consejo Estudiantil Universitario (CEU), un movimiento que marcó su activismo en la universidad. Posteriormente, en 1987, se convirtió en ayudante de profesor, lo que fortaleció su vínculo con la academia y la investigación científica, un aspecto que ha caracterizado su carrera tanto en lo público como en lo académico.
En 1989, Sheinbaum se graduó como licenciada en Física por la Facultad de Ciencias de la UNAM, con la tesis titulada “Estudio termodinámico de una estufa de leña para uso rural”, un trabajo que ya evidenciaba su preocupación por los problemas energéticos y el bienestar de las comunidades rurales de México. En 1991, dio otro paso importante en su formación, al obtener su grado de Maestra en Ingeniería Energética, con la tesis “Economía del uso eficiente de la energía eléctrica en la iluminación”.
Su trayectoria académica culminó en 1995, cuando se doctoró en Ingeniería Energética con la tesis “Tendencias y perspectivas de la energía residencial en México”, tras una estancia en la Universidad de California, Berkeley. Este logro consolidó su perfil como una científica comprometida con el estudio y desarrollo de soluciones energéticas eficientes para el país.
Su papel en el Premio Nobel
Además de su formación en la UNAM, Sheinbaum ha sido reconocida a nivel internacional. En 2007, fue parte del Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático de la ONU, que ganó el Premio Nobel de la Paz por su labor en la concientización y combate al cambio climático. Este reconocimiento posicionó a Sheinbaum no solo como una figura política, sino también como una académica con una profunda preocupación por el medio ambiente.
