La cumbre en Río busca el consenso para aplicar impuestos a los ultrarricos, con el fin de impulsar la acción climática y aliviar la pobreza. Lula tendrá dificultades para sortear el escepticismo de esta propuesta.El presidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva, anfitrión de la cumbre del G20 en Río de Janeiro del 18 al 19 de noviembre, intentará avanzar con los planes para gravar a los multimillonarios más ricos del mundo, que a menudo utilizan complejas lagunas legales para evitar el pago de impuestos.
En julio, los ministros de Finanzas del G20 en Río acordaron iniciar un "diálogo sobre una tributación justa y progresiva, que incluya a las personas con un patrimonio neto ultraalto", a pesar de la feroz resistencia de Estados Unidos y Alemania.
Pero, posiblemente, los crecientes problemas geopolíticos del mundo, como los conflictos de Ucrania y Gaza, la perspectiva de un segundo mandato de Trump y el comercio con China dominarán la cumbre de dos días.
Nuevo impuesto causaría poco dolor
El plan, ideado por el economista francés Gabriel Zucman, introduciría un impuesto anual del 2 por ciento sobre el patrimonio neto total de los superricos, no sólo sobre sus ingresos anuales. Zucman estima que el 0,01 por ciento más rico de la población paga una tasa impositiva efectiva de sólo el 0,3 por ciento de su riqueza.
El nuevo impuesto podría recaudar hasta 237.000 millones de euros anuales, de los casi 2.800 multimillonarios de todo el mundo, con un patrimonio neto combinado y estimado en unos 13,5 billones de dólares, según la lista de multimillonarios más ricos del mundo de Forbes. Los fondos recaudados se utilizarían para abordar las crecientes desigualdades globales, entre los países de bajos ingresos muy endeudados, muchos en África.
"La tributación de las personas con un alto patrimonio neto es muy importante, ya que podría ser una fuente de financiación para iniciativas que luchan contra el hambre y la pobreza, y también abordan el cambio climático", explica a DW Tomás Marques, investigador del Instituto GIGA de Estudios Latinoamericanos de Hamburgo.
Los países en desarrollo, que según muchos científicos se ven desproporcionadamente afectados por el cambio climático, llevan años exigiendo financiación. Entre los casos exitosos de financiación se encuentran el apoyo del Banco Mundial, el Fondo Verde para el Clima y el Fondo Amazonas de Brasil.
Escepticismo por los planes del G20
Si bien puede haber un amplio apoyo de la población por los nuevos impuestos a los ultrarricos, el auge del populismo nacional aumenta el debate sobre cómo se debe gastar el presupuesto público.
Según Maria Antonieta Del Tedesco Lins, economista y profesora asociada de la Universidad de Sao Paulo, "si bien los impuestos adicionales ayudarían, es muy difícil hacer malabarismos con las presiones nacionales y las nuevas obligaciones internacionales o multilaterales".
Aunque el Gobierno brasileño es partidario del impuesto a los ultrarricos, la Cámara Baja del Parlamento brasileño rechazó recientemente aplicar un impuesto nacional adicional a las grandes fortunas.
"Es una pena, porque Brasil podría beneficiarse mucho [de este impuesto], porque somos un país muy desigual. Si hubiera un consenso internacional [sobre gravar a los superricos] podría ayudar a las negociaciones en el Congreso brasileño", dijo Lins.
En Brasil, como en el resto del mundo, los ricos a menudo protegen su riqueza de las autoridades fiscales creando empresas fantasma en países con impuestos bajos o nulos, aprovechando las leyes de secreto bancario y formando fideicomisos y fundaciones benéficas, que ofrecen generosas exenciones fiscales.
Otros países, como Estados Unidos, siguen oponiéndose al impuesto a los ultrarricos. La secretaria del Tesoro estadounidense, Janet Yellen, dijo a The Wall Street Journal en mayo que la medida era "algo que no podemos aprobar". Donald Trump no ha dicho nada aún al respecto, pero es poco probable que apoye tal medida.
Impuesto sobre el patrimonio, bendición para África
La presencia de África en el G20 es fundamental, ya que busca beneficiarse de cualquier nuevo plan fiscal para obtener fondos para la pobreza y la situación climática. La Unión Africana, el bloque regional de 55 países, asistirá a la cumbre de Río por primera vez, después de haber sido admitida como miembro de pleno derecho del G20 en agosto.
"Los países africanos han estado subrepresentados en el G20, a pesar de la importancia del continente a nivel mundial", dijo a DW Marques, el investigador del Instituto GIGA de Estudios Latinoamericanos de Hamburgo. "Pero las cosas están cambiando y la Unión Africana ahora está empezando a tener cierta influencia en el diseño de políticas", añadió.
(rmr/rml)