Más allá del "ruido político" generado por Donald Trump de cara a su segunda presidencia, hay que tomar en serio su "radicalización" y la falta de experiencia gubernamental de su "leal" equipo, advierte Günther Maihold.Aunque asumirá su cargo como el 47.º presidente de EE. UU. el 20 de enero de 2025, Donald Trump, como presidente electo, está tratando de generar golpes de efecto en la política interna e internacional desde ya.
Así, sigue el mismo procedimiento que en su primera presidencia, cuando también amenazó a los vecinos y socios de su país con medidas proteccionistas para la economía estadounidense y puso en entredicho las obligaciones contractuales de la OTAN si los europeos no aumentaban su contribución a esta alianza militar.
Ahora, una vez más, sigue este patrón de comportamiento, obligando a los presidentes de Canadá y México a tratar de calmar a los mercados con sendas llamadas telefónicas y visitas a su residencia de Mar-a-Lago para tratar de contrarrestar los efectos dañinos de tales anuncios.
Una semana de amenazas arancelarias
El pasado lunes, Trump anunció que iba a aplicar un arancel del 25 % a las importaciones canadienses y mexicanas si ambos países no frenaban el flujo de inmigrantes y de drogas a través de sus respectivas fronteras.
Tal amenaza sorprendió a los presidentes de los países vecinos porque va en contra del espíritu y la letra del T-MEC, el acuerdo comercial que los tres países negociaron en el primer mandato de Trump en sustitución del NAFTA. Además, sorprendió que Trump diera así la señal de partida a la revisión del tratado prevista para 2026.
Inmediatamente, los presidentes de Canadá y México reaccionaron llamando al presidente electo de EE. UU. Las conversaciones terminaron con señales de entendimiento y declaraciones de esfuerzos por resolver los problemas indicados por Trump.
En el caso de México, la presidenta Claudia Sheinbaum, tras su conversación con Trump, la calificó de "excelente", mientras que él la consideró "maravillosa".
En resumen, el efecto del anuncio del presidente ya estaba dado: a los socios del T-MEC les quedaba claro que, en el futuro, otra vez quedan expuestos a las acciones unilaterales del presidente reelegido, que no respeta los acuerdos y consensos alcanzados.
Las amenazas contra México y los BRICS
Esta actitud amenazante afecta de manera más amplia a México, ya que el país vecino del sur afronta una serie de medidas anunciadas como el cierre total de la frontera, la invasión militar del territorio nacional, o el bombardeo de "las cocinas del fentanilo" y bloquear sus puertos, si no logra cumplir con el objetivo de controlar la migración e impedir las actividades de las organizaciones criminales dedicadas al tráfico de fentanilo.
Pero Trump no se limita a conminar a sus vecinos. El viernes, advirtió a los países del grupo BRICS que no se comprometieran a crear una nueva moneda o apoyar otra en lugar del dólar estadounidense, ya que entonces se enfrentarían a "aranceles del 100 %".
Trump no solo utiliza de nuevo su instrumento preferido para presionar a otros países, los aranceles, sino que, al mismo tiempo, compromete de esta manera a EE. UU. como un actor no previsible y confiable en la economía internacional.
Al decir que estos países entonces estarían diciendo "adiós a vender en la maravillosa economía de Estados Unidos", está indicando que otras economías importantes del mundo no deberían tomar medidas que estarían poniendo en peligro la dominancia del dólar en el ámbito comercial.
La seriedad de las amenazas
En la nueva etapa de la presidencia de Trump, también habrá que descontar algo del ruido político generado desde Mar-a-Lago, pero las ideas del próximo presidente hay que tomarlas más en serio que en su primera presidencia.
No solamente nos enfrentamos a un Trump "más radicalizado", sino que es mucho más importante el hecho de que su equipo de gobierno nombrado hasta la fecha está compuesto por activistas y "aventureros políticos", como el empresario Elon Musk, carentes de experiencia gubernamental y capacidad para gestionar los asuntos públicos. Además, es un equipo mucho más leal al proyecto trumpista, lleno de venganzas, odios y revanchismo.
El nombramiento de Marco Rubio como secretario de Estado no augura una política exterior que busque equilibrios y entendimientos, sino más bien posiciones políticas que siguieron a pautas de provocación, sanciones e intervencionismo, más que a la búsqueda de un accionar común con los socios tradicionales y de entablar consensos.
Estrategias viables frente a un "Gobierno sin frenos"
Por lo tanto, la nueva era de Trump se caracteriza por fundarse sobre un "Gobierno sin frenos", ni en el Congreso y el Senado, ni en la misma administración pública, y solo con ciertos límites en el sistema judicial.
Así se podría generar un ambiente muy propicio para que las ideas del presidente se hicieran realidad: desde medidas de "presión máxima" frente a otros países, hasta la implementación de acciones que rozan la "aventura política".
Esta situación exige que los socios asuman posturas serias y contundentes, y desarrollen estrategias viables que van desde ofertas de negociación hasta duras confrontaciones. Esto es especialmente importante para el Gobierno mexicano de Claudia Sheinbaum, que tendrá que replantearse la reestructuración de su política exterior después del sexenio de su antecesor, Andrés Manuel López Obrador, que más bien llegó a desarticular la presencia internacional de México.
Al mismo tiempo, habrá que adoptar medidas contundentes contra el crimen organizado en el país para evitar reproches desde el norte por la falta de compromiso en la lucha para reducir el ámbito de actuación del narcotráfico.
Mientras algunos observadores esperan cambios profundos en el sistema internacional con el inicio del próximo Gobierno de Trump, otros temen con razón que se genere un ambiente de turbulencias y confrontaciones, que podrían desembocar en nuevas crisis y serios enfrentamientos con poca productividad, sobre todo por la falta de profesionalidad del equipo de Trump en el Gobierno.
(rml)