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Chile y la inmigración: “Hay mucho racismo, sí”

La antropóloga Nanette Liberona, especialista en migraciones, habla sobre las recientes oleadas que han cambiado la fisonomía del norte de Chile.Nanette Liberona es doctora en antropología y sociología de las relaciones interétnicas y las migraciones. Académica de la Universidad de Tarapacá y autora de varios libros sobre la materia, se ha dedicado a investigar principalmente los problemas que sufren los inmigrantes en el sistema de salud chileno, además de analizar los modos en que la prensa trata a los extranjeros, y de qué manera el Estado enfrenta el problema migratorio, muchas veces de forma poco eficiente.

La experta estima que el racismo se impone entre el funcionariado y los ciudadanos de a pie. Lleva años trabajando en el tema, recorriendo los barrios donde se asientan las comunidades migrantes y entrevistando a personas que deben confrontarse con un sistema distinto en un país nuevo y a veces hosco. Destaca, por ejemplo, que la influencia migratoria dista de ser algo novedoso. Sin ir más lejos, el norte de Chile es, en esencia, una zona donde el vínculo con Perú y Bolivia es muy fuerte.

"Hace menos de 200 años este era territorio peruano, y hay muchas familias que tienen vínculos con ese país y también con Bolivia, donde hay una movilidad ancestral propia de los pueblos originarios”, explica Liberona a DW en su oficina en la Universidad de Tarapacá. "Y a pesar de eso ha habido todo un proceso de chilenización muy violento, agresivo y racista, asociando a esta población de Perú y Bolivia con los indios, de manera despectiva, peyorativa. A pesar de esos vínculos transfronterizos, en muchos espacios se ve a estas personas como ajenas, distintas e indeseadas”, explica.

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Usted habla de racismo, sin más.

Claro. Lo he estudiado en la prensa analizando titulares y contenidos mediáticos, que se refieren muy despectivamente a la población boliviana. Hay mucho racismo, sí. Ese es el concepto que envuelve todo lo que puede expresarse a nivel de discriminaciones, violencia, barreras en el acceso a distintos servicios, salud, educación, etcétera.

Sin ir más lejos, el diario La Cuarta trataba hasta hace unos años de "monitos” a los ecuatorianos.

Exacto. Y tenemos un currículum educativo que está muy centrado en la nacionalización, en la identidad nacional, y entonces todo lo que es no nacional es enemigo e inferiorizado. Y también está eso que aspiramos a ser, ese ideal blanco, europeo, gringo.


¿Cuándo comienza la crisis migratoria?

Aproximadamente desde 2013 ha llegado a la región una migración de Sudamérica y el Caribe que no solamente son venezolanos, sino también colombianos, ecuatorianos, haitianos, dominicanos y personas afrodescendientes. Y en 2021, con la gran crisis multidimensional de los venezolanos, ellos pasan a estar en la mira, pero creo que esto tiene más que ver con el problema que tenemos como personas chilenas con una identidad nacional exacerbada en oposición al otro.

Si antes fueron los peruanos y hoy los venezolanos, mañana serán otros.

Así es. Hay un manejo muy importante de los medios de comunicación; sabemos que la gran mayoría y los más importantes están apoyados por grupos económicos que tienen intereses electorales también, lo que hace que se ocupe la imagen del migrante como alguien que viene a hacer daño, a provocar inseguridad. Eso se usa como campaña electoral para decir que vamos a hacer una zanja, que vamos a hacer infraestructura crítica para evitar los ingresos clandestinos, y así. Todo eso queda en la retina de las personas, en el discurso que es generalizado de oposición a la migración.

¿Qué provocó las protestas de 2021 y 2022 en Iquique? ¿Había mucho malestar?

Nosotros tenemos la hipótesis de que fueron los nueve meses de campamento en la Plaza Brasil. La pregunta es por qué se monta ese campamento. Y es porque ni a nivel regional ni a nivel nacional se promovió una política de acogida de la población que venía en desplazamiento forzado. Hubo un abandono total y eso hizo que acamparan en ese lugar, donde había 200 personas con acceso a solo una llave de agua potable.


Imposible que no haya problemas de salubridad.

Nosotros hacemos antropología médica e hicimos un diagnóstico de salud: todas las mujeres y niñas tenían infección urinaria, por ejemplo. Ellos montaron baños improvisados con baldes, tratando de generar una higiene que era imposible. Eso obviamente fue molesto para los vecinos, pero en general se culpa a las personas en lugar de a las autoridades, que no se hacían cargo de eso. Después de varios meses exigiendo que se saque a esta gente, el gobierno regional y la municipalidad desalojaron todo de forma muy violenta.

¿Violenta por el acto, por la fuerza que se usó, por el simbolismo?

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Porque empezó en la madrugada, había gente durmiendo en las carpas con niños, con sus cosas, sus alimentos, sus pocos bienes, y con retroexcavadoras empezaron a sacarlos. Hubo niños y niñas que fueron testigos de una agresión muy fuerte, porque además llegaron vecinos con discursos y gritos de odio. Hubo ahí un ejemplo estatal de decir que podemos ser violentos con esta población, podemos sacarlos a la fuerza y no nos interesan ni sus niños ni nada. Eso fue un pase para que la sociedad civil hiciera lo mismo al día siguiente, porque el desalojo fue el 24 de septiembre de 2021 y la primera gran marcha contra la inmigración fue al día siguiente.

¿Qué pasa con las sociedades si los nuevos grupos, los inmigrantes en este caso, no logran integrarse? ¿Se rompe el entramado social?

Las infancias que hoy crecen en esos contextos de violencia viven a diario esos discursos que los estigmatizan. En las escuelas a las niñas negras las tratan mal. Hace poco una niña nos contaba que su profesor no la dejaba participar en los grupos deportivos porque era la única negra. Son cosas totalmente aberrantes que están pasando y que hacen que obviamente esas generaciones vayan acumulando rencor, y a la larga en algún momento se pueden rebelar. ¿Cómo vamos a querer insertarnos en una sociedad que siempre nos ha rechazado?

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¿Qué aporta la migración a una sociedad?

Ese es un cliché muy grande. Se habla siempre de la migración desde las teorías económicas, que la migración aporta en la economía.

Yo pregunto pensando en la gastronomía peruana, en realidad.

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A la diversidad cultural siempre van a aportar, pero está este discurso de que aportan en lo económico, entonces es importante que vengan. Pero también hay una dicotomía, porque los queremos y necesitamos como mano de obra barata, pero ojalá que vivan en las periferias porque no queremos cruzarnos con ellos. Yo diría que nada es más valioso que tener otros referentes, otras formas de pensar. Yo como antropóloga puedo decir que para mí es maravilloso tener esa diversidad, salirse de esa globalización que nos invade, que hace todo homogéneo.

Usted trabaja también temas de inmigración y salud.

Sí, hemos trabajando con personal de salud en hospitales, consultorios, y ellos dicen "tenemos la obligación de atender a los inmigrantes", porque hay un enfoque de derechos que rige nuestro sistema de salud pública. "Tenemos que recibirlos, pero en el fondo de mi corazón no queremos, prefiero atender a una mujer chilena que a una boliviana". Eso les sale, les brota. No estoy diciendo que sean todos, hay profesionales y gente que empatiza, que se sensibiliza, pero hay mucho racismo.

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Y justo en un sistema de salud con sus problemas.

Claro, dicen que tenemos un sistema de salud que es muy precario, con listas de espera de dos o más años para una operación, y entonces por qué tenemos que atenderlos a ellos, que no son chilenos. Esa sensación de injusticia no se resuelve porque nadie la explica. Nadie dice que cuando los migrantes llegan y compran productos, pagan impuestos. Y así infinitos otros aportes que no se explican. Acá la educación es clave.

A mediados de la década pasada hubo un notorio incremento de la migración haitiana en Chile. ¿Qué pasó con ellos?

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En 2018 hubo un cambio en la política migratoria que hizo Sebastián Piñera. Para los haitianos se promovió el "retorno humanitario”, que en el fondo era que si quieres irte porque no encontraste la forma de regularizarte, un trabajo formal o reconocimiento de tus títulos universitarios, te damos la posibilidad de irte y no puedes volver en nueve años. Eso generó que muchas personas empezaran a decir que este país no da ninguna posibilidad.

¿No fueron bien acogidos en Chile los haitianos?

Ha habido muchas muertes de personas haitianas o personas que han sido atacadas en distintos contextos, en instituciones públicas, privadas, en entornos laborales, personas acuchilladas, cosas realmente inexplicables. Hemos visto esclavización de personas haitianas en el campo, lo que se da también con personas bolivianas, pero tal vez no al mismo nivel de denigración de su condición humana. La salida masiva fue en abril de 2023. El detonante, además del cambio en la política migratoria, fue que en la pandemia hubo mucho desempleo y aumento de la inflación, y la situación para los más precarizados se tornó invivible. Empezaron a salir a pie por el norte, cruzaban el Darién y ahora puedes encontrar en Tijuana o Estados Unidos a niños de familias haitianas con nacionalidad chilena.

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(ers)

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