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Cuba, Nicaragua, Venezuela… ¿por qué no hay rebelión armada?

En el siglo pasado, tomar las armas para enfrentar a las dictaduras era un paso lógico en la lucha. Hoy, en un contexto diferente, hay muchas razones para buscar otras vías.La Columna Mariscal López en Paraguay, los Montoneros en Argentina, el Frente Patriótico Manuel Rodríguez en Chile, el Frente Sandinista de Liberación Nacional en Nicaragua… Todos estos grupos tienen en común haber sido creados para enfrentar a las dictaduras que, con mano de hierro, gobernaron sus respectivos países después de la década de 1950.

Ahí estaban los sueños revolucionarios, esos donde las armas se convertían en un argumento válido para enfrentar a un rival que, con el control del Estado bajo el brazo, tenía todas las de ganar.

Eran otros años, eran otros los contextos y otro el ánimo internacional ante el desarrollo político que tomaba la región. Sin embargo, no deja de llamar la atención que en la actualidad los regímenes de países como Cuba, Nicaragua y Venezuela no enfrenten una rebelión interna armada, especialmente si tenemos en cuenta que estos países tienen cierta tradición en la materia. En los sesenta, sin ir más lejos, en Venezuela hubo rebeliones armadas contra el Gobierno democrático de Rómulo Betancourt.

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En el país sudamericano sí ha habido tímidos intentos. Dos ejemplos son la asonada casi solitaria de Óscar Alberto Pérez y el alzamiento militar conocido como Operación Aurora. El 10 de enero de 2025, el veterano estadounidense Matthew VanDyke, quien combatió en Libia y lidera una ONG que entrena a civiles y militares en distintos puntos del mundo, aseguró en X que desde 2019 está en contacto con militares venezolanos que buscan derrocar a Nicolás Maduro, para lo que han realizado varias operaciones. De ser cierto, los efectos de estas acciones aún no se ven.

¿Es eficaz la lucha armada?

"El grueso de la dirigencia política es de corte demócrata liberal, y en su repertorio no cabe la lucha armada”, dice a DW la politóloga venezolana Isabella Picón sobre la situación en Venezuela. "Hay conciencia de que la violencia es el terreno en donde el régimen de Maduro tiene más chance de éxito, porque le da una narrativa que los ayuda a cohesionarse y excusas para reprimir”, dice la experta. En su opinión, al contar con la mayoría, las fuerzas opositoras deben trabajar en cohesionar el tejido social, "y una estrategia armada no funciona para eso”.

"La pregunta es si la resistencia armada es eficaz”, plantea a DW Desirée Reder, politóloga e investigadora del Instituto GIGA, de Hamburgo. "La disposición de la comunidad internacional al respecto ha cambiado. Durante las décadas de 1960 y 1970 los movimientos de solidaridad en Europa recaudaban dinero para comprar armas para El Salvador o Nicaragua, pero algo así ahora es difícil de imaginar”, explica la experta alemana.


"Las investigaciones muestran que, a largo plazo, las protestas no violentas tienen más posibilidades de tener éxito que las violentas. Esto está estrechamente vinculado a la cuestión de la legitimidad: el uso de la violencia está mal visto en muchos contextos. Además, un grupo de resistencia armada puede fácilmente ser retratado como agresor o terrorista, lo que puede hacerle perder apoyo internacional y nacional”, estima.

La clave está en el control

Reder, que se especializa en el caso nicaragüense, dice que las masivas manifestaciones de 2018, donde la gente se tomó las calles para exigir la salida de Daniel Ortega y su esposa, la vicepresidenta Rosario Murillo, desataron una serie de medidas represivas y que, en la práctica, los gobernantes "han establecido un verdadero estado policial” donde "cualquier actividad de protesta está prohibida”. "La represión, ya sea mediante intimidación, detenciones, uso de armas de fuego contra manifestantes, torturas, expropiaciones, etcétera, logró apaciguar” las movilizaciones, señala Reder.

Picón, por su parte, enumera muchas protestas que ha habido en Venezuela en los últimos años, como las de 2024 tras las elecciones, o en 2023 cuando los maestros pidieron mejores salarios. "Obviamente la represión inhibe a la gente de protestar, pero yo no creo que esta dinámica por mejoras económicas y sociales deje de manifestarse. Incluso este año, el 9 de enero, María Corina Machado llamó a una movilización contra la juramentación ilegal de Maduro, y creo que la afluencia de gente fue bastante mayor a lo esperado, especialmente considerando el nivel de represión y persecución al que están siendo sometidos los venezolanos”, agrega la experta.

"En Nicaragua cualquier actividad de protesta está prohibida. Incluso poseer la bandera del país o cantar el himno nacional se considera símbolo del movimiento antigubernamental y podría dar lugar a represalias”, explica Reder.

Y aquí hay una clave relevante: el control que es capaz de ejercer un régimen sobre sus ciudadanos es enorme, y más cuando tiene de su lado a las Fuerzas Armadas. Así, la lucha armada carece de sentido.


"En el caso venezolano, los militares son una parte orgánica del Gobierno, es demasiado difícil que ocurra una rebelión armada desde adentro. Hay muchos militares presos, probablemente porque algo han intentado, pero están sometidos a una contrainteligencia muy dura”, explica Picón.

(ms)

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