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Donald Trump, la justicia y el Estado de derecho en EE. UU.

En EE. UU., hay decisiones judiciales y políticas departamentales que impiden que los presidentes estadounidenses en ejercicio sean procesados. ¿Cómo se pueden entonces controlar sus acciones?Los observadores siguen cuestionando si Donald Trump debería haber sido sentenciado a prisión, si se tendrían que haber presentado otros cargos en su contra y qué significa su regreso como convicto a la presidencia para el Estado de derecho en Estados Unidos.

Los juicios de Donald Trump

Trump fue declarado culpable por un jurado de Nueva York con 34 cargos de delitos graves por un plan para influir ilegalmente en las elecciones de 2016 mediante el pago de dinero para silenciar a la actriz de cine para adultos Stormy Daniels.

En enero de 2025, el juez Juan M. Merchan lo condenó sin pena de cárcel ni multa. Trump se declaró inocente y apelará la condena. Si no tiene éxito, probablemente se acogerá al indulto presidencial.

Trump también enfrentó otras tres acusaciones penales. Dos de ellas, federales, fueron abandonadas por el Departamento de Justicia (DoJ) debido a su política de larga data de no procesar a un presidente en funciones. Ambos casos estaban relacionados con su participación en los intentos de anular el resultado de las elecciones de 2020 y con la posesión de documentos clasificados después de haber abandonado la presidencia.

El fiscal especial Jack Smith publicó y difundió un informe, en el que declaró que Trump probablemente habría sido condenado si hubiera ido a juicio. El tercer caso, en Georgia, seguramente no prospere debido a un escándalo en curso en la oficina del fiscal.

Por otra parte, Trump también fue declarado responsable en dos demandas civiles por difamación interpuestas por la periodista E. Jean Carroll. Al igual que en el caso de Nueva York, Trump sostuvo su inocencia y planea apelar los veredictos.

¿Una regla para el presidente y otra para el resto?

En 2024, la Corte Suprema decidió otorgarle al presidente una "amplia inmunidad". Esta medida fue criticada por situar al presidente por encima del Estado de derecho.

"Decir que un presidente no puede ser procesado por delitos cometidos en el ejercicio de sus funciones es categóricamente incorrecto", dice a DW Richard Painter, jurista de la Universidad de Minnesota, Estados Unidos, que trabajó para la administración de George W. Bush.

"Creo que existe una preocupación muy real sobre la señal que envía el resultado de estos casos: que Donald Trump está por encima de la ley y de los delitos por los que cualquier otro ciudadano de los Estados Unidos habría pagado un precio", subraya, por su parte, Costas Panagopoulos, politólogo de la Universidad del Noreste, Estados Unidos. "No está rindiendo cuentas y no está pagando realmente un precio", afirma.

Postura del Departamento de Justicia

Joe Biden también fue investigado por posesión de documentos clasificados después de dejar su puesto como vicepresidente en la administración de Barack Obama. "El Departamento de Justicia tomó esta postura desde la presidencia de Richard Nixon en 1973, [pero] no hay facultad para ello en ninguna parte de la Constitución", explica Painter.

"Reiteraron esa postura (...) cuando Bill Clinton cometió perjurio en el escándalo de Monica Lewinsky", agrega, refiriéndose al escándalo de relaciones sexuales entre el entonces presidente y una becaria de la Casa Blanca, que Clinton negó al principio. El Departamento de Justicia decidió, en el pasado, no procesar a Nixon, Clinton, Trump y a Biden.

Painter opina al respecto que "la democracia no puede sobrevivir de esta manera". Según él, la forma más probable de cambiar el nuevo statu quo es "mediante una enmienda a la Constitución de Estados Unidos o persuadiendo a la Corte Suprema para que cambie de opinión al respecto".

Panagopoulos cree que hay otra consideración no escrita que puede actuar como freno a los excesos presidenciales: su legado.

"Donald Trump es consciente (...) de que, si se recuerda por algo su primer mandato, será por cómo manejó la pandemia [de COVID-19], por el 6 de enero y por perder las elecciones de 2020", dice el politólogo.

"Ninguna de esas cosas es muy positiva para Donald Trump. Hasta cierto punto, es posible que quiera esforzarse al máximo para asegurarse de que se le recuerde en su segundo mandato por cosas que reflejen un aspecto más favorable", zanja.

Esto no necesariamente significa que busque tender una mano amistosa a sus oponentes políticos y a los votantes demócratas, pero puede intentar ser recordado como un presidente eficaz, que gobierna de acuerdo con las expectativas más convencionales del cargo.

(rmr/ms)

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