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"Golfo de América": el "infantilismo imperial" de Donald Trump

La insistencia del presidente de Estados Unidos en cambiar el nombre del Golfo de México a Golfo de América va más allá de un mero populismo interno.Los anuncios y las amenazas que el presidente estadounidense, Donald Trump, saca de su caja de Pandora republicana no dejan de sorprender.

En su discurso de investidura, el pasado 20 de enero, el mandatario volvió a darle un codazo retórico a México, al reiterar su promesa de cambiar el nombre del Golfo de México a Golfo de América.

Al escuchar este (des)propósito, la ex primera dama de Estados Unidos, Hillary Clinton, no pudo contener su risa, regalando a las cámaras imágenes que se volvieron virales.

¿Amenaza vacía o real?

Pero ¿se trata solo de una amenaza vacía del republicano o puede el presidente estadounidense realmente cambiar el nombre de un golfo cuyas aguas comparte con México y Cuba?

"Puede hacerlo dentro de Estados Unidos, cuya oficina U.S. Board on Geographic Names (BGN, por sus siglas en inglés) tiene la función de mantener el uso uniforme de los lugares geográficos dentro del país. Podría llamarle Golfo de América a la porción del golfo correspondiente a la zona económica exclusiva de Estados Unidos, que comprende la parte norte, adyacente a Texas y Florida", explica a DW la historiadora marítima Karina Busto, profesora-investigadora de la Universidad Autónoma de Baja California Sur.

Tensiones diplomáticas y confusión

El cambio de nombre no afectaría al resto de la comunidad internacional. Sin embargo, en caso de una disputa, intervendrían organismos internacionales, como las Naciones Unidas o la Organización Hidrográfica Internacional (IHO, por sus siglas en inglés), encargada de la exploración y cartografía uniforme de los mares, señala la Doctora Busto.

Si bien el rebautizo del golfo no tendría consecuencias inmediatas para México y Cuba, probablemente crearía tensiones diplomáticas. Además, "en términos geográficos, el cambio de nombre crearía confusión, ya que tanto en los tratados internacionales como en las cartas náuticas, el nombre oficial o consensuado que se ha utilizado por lo menos durante dos siglos es el de Golfo de México", observa la experta.

"Infantilismo imperial"

"La iniciativa de Donald Trump muestra un total desconocimiento de la historia", dice la académica. "Desde el siglo XVI, se le nombró Golfo de México a este cuerpo de agua localizado en las costas de la Nueva España. En la cartografía de los siglos XVI a XVIIII, era común que se utilizara el nombre de Golfo de México o Seno mexicano. Este último cayó en desuso en el siglo XIX y se adoptó de manera definitiva Golfo de México".

Por su parte, el historiador Lorenzo Meyer Cosío, profesor emérito del Colegio de México, describe la propuesta del presidente Trump como "infantilismo imperial", con el que, además, introduce el "equívoco de América" en referencia solo a Estados Unidos.

El doctor Meyer recuerda a DW que Trump también desea rebautizar con el nombre del expresidente norteamericano William McKinley a la montaña Denali, en Alaska, la más alta de América del Norte.

A su juicio, detrás de la polémica del golfo "está la amenaza implícita de emular a McKinley": "El 25° presidente, republicano, imperialista, amigo de los grandes magnates de su época, de los impuestos a las importaciones y del uso de la fuerza en política exterior, que llevó a Estados Unidos a la guerra contra España y le dio el control de Cuba, Puerto Rico y Filipinas".

"Intenciones expansionistas"

También Karina Busto, de la organización de conservación de fauna marina Pelagios Kakunjá, cree que la iniciativa del mandatario republicano está "más relacionada con sus intenciones expansionistas que con un mero populismo interno. El cambio de nombre es un pretexto para mostrar a México y a otros países aledaños quién domina en la zona. Lo que está detrás es la idea de demostrar quién tiene el poder político, económico y geoestratégico".

"Al escucharlo en su discurso inaugural, me daba la impresión de que estábamos frente a un gobernante de inicios del siglo XX y no del siglo XXI", observa la historiadora, y agrega que "estas ideas expansionistas al estilo de la doctrina Monroe representan una forma de hacer política en la que no importan los problemas del mundo actual, sino el eslogan de campaña Make America Great Again".

(ms)

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