Según una encuesta mundial, muchos confían en los investigadores y les gustaría que la ciencia tuviera más influencia en la sociedad y la política. Pero siempre que la investigación no restrinja sus propias libertades.Según una encuesta mundial realizada a casi 72.000 personas en 68 países, no existe una crisis general de confianza en la ciencia. A pesar de las drásticas medidas adoptadas para combatir la pandemia de coronavirus, la gente no ha dado la espalda a la ciencia, como se ha llegado a afirmar.
El estudio TISP es la mayor encuesta sobre confianza en los científicos desde la pandemia. Sus resultados revelan que a muchos les gustaría que la ciencia desempeñara un papel más importante en la sociedad y la política.
En general, el 78 por ciento de los encuestados cree que los científicos están cualificados para llevar a cabo investigaciones de alta calidad. El 57 por ciento los considera honestos y el 75 por ciento opina que el método científico es la mejor manera de averiguar la verdad.
Según el estudio, las mujeres, las personas mayores, quienes tienen un alto nivel de estudios, ingresos más elevados y las personas que viven en zonas urbanas confían más en los científicos. También aquellas personas con ideas políticas liberales y convicciones religiosas confían más en la ciencia.
La ciencia, bajo presión con Trump
En su primer mandato, Donald Trump ya se enfrentó a amplios sectores de la comunidad científica y cuestionó abiertamente hallazgos científicos, por lo que la presión aumentará sobre este sector.
El presidente Trump niega la crisis climática y ha puesto a personas críticas con la ciencia en puestos clave como el secretario de Salud Kennedy, que se opone a la vacunación, el secretario de Defensa Hegseth, que no cree en las infecciones, y el secretario de Educación McMahon, quiere trasladar la educación infantil a los progenitores, ya que cree que el profesorado no es de fiar.
Respuesta predominantemente positiva de los expertos
El término "confianza" resulta, en principio, algo vago. Por ello, los expertos celebran que, en la encuesta global, se hayan analizado cuatro aspectos diferentes de la fiabilidad de los investigadores mediante doce preguntas distintas: la competencia percibida de los investigadores, su honestidad, su apertura a la crítica y su interés por el bienestar de la sociedad.
Investigadores como Hans Peter, catedrático del Instituto de Estudios de Periodismo y Comunicación de la Universidad Libre de Berlín, valoran de forma especialmente positiva que la encuesta "desmienta el mito de una crisis mundial de confianza en la ciencia”.
Mathias Frisch, catedrático del Instituto de Filosofía de la Universidad Leibniz de Hannover, se muestra de acuerdo: "Últimamente, el discurso público ha dado a menudo la impresión de que la confianza en la ciencia ha disminuido, sobre todo a raíz de la pandemia del COVID-19”. Los resultados de este estudio internacional, impresionante por su alcance, contradicen esta narrativa generalizada”.
¿Debe la ciencia implicarse más en la política y la sociedad?
A los expertos les sorprende que la mayoría de los encuestados de todo el mundo esté a favor de que los investigadores se impliquen más políticamente.
"Esto es notable", dice Mathias Fritsch, sobre todo porque muchos investigadores son "bastante críticos con el apoyo activo de los científicos a posiciones políticas, ya que temen (...) que se haga un mal uso de ellos para influir políticamente”.
"En la pandemia de coronavirus, sin embargo, hemos observado un comportamiento típico por parte de políticos que utilizaron la ciencia y a los científicos para evitar tener que tomar ellos mismos las decisiones. En lugar de que el Gobierno asumiera públicamente la responsabilidad de una decisión, alegaban que 'la ciencia' había determinado que había que actuar de esta manera y no de otra”, afirma el comunicólogo Matthias Kohring, de la Universidad de Mannheim.
La libertad personal pone el límite a la ciencia
Cuando los políticos toman medidas impopulares basadas en hallazgos científicos, restringiendo, por ejemplo, las libertades personales o el nivel de vida, la deseada implicación de la ciencia en el proceso de toma de decisiones alcanza muy pronto sus límites.
Esto no sólo es evidente en el caso del cambio climático, explica Matthias Kohring, de la Universidad de Mannheim. "La pandemia de coronavirus ha demostrado que muchas personas se oponen a este tipo de implicación (de la ciencia en la política), por ejemplo, cuando se trata del uso de mascarillas, no poder salir de casa ni marcharse de vacaciones”, afirma el científico. En última instancia, la ciencia sólo proporciona la base para la toma de decisiones, pero estas deben ser tomadas por los políticos.
(mn/ms)