Con una orden ejecutiva, Donald Trump abandonó las negociaciones del acuerdo fiscal global de la OCDE, alegando un trato injusto para las empresas estadounidenses.El recién investido presidente de EE.UU., Donald Trump, no perdió tiempo y firmó una orden ejecutiva que echa por tierra la idea de un impuesto mínimo global para las empresas.
El acuerdo internacional, concebido y defendido por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos(OCDE), contaba con el apoyo del expresidente Joe Biden y de casi otros 150 países.
La orden ejecutiva de Trump deja claro que el apoyo y los compromisos anteriores de EE.UU. son nulos y sin efecto. "El acuerdo fiscal global no tiene fuerza ni efecto en los Estados Unidos" sin la acción del Congreso, según el documento.
Es un intento de recuperar "la soberanía y la competitividad económica de nuestra nación" y de enfrentarse a las prácticas fiscales extranjeras que podrían conducir a "regímenes fiscales internacionales de represalia" para las empresas estadounidenses, prosigue.
¿Qué haría el acuerdo fiscal global?
El acuerdo respaldado por la OCDE consta de dos partes:
1. Asegurarse de que las grandes empresas paguen impuestos en primer lugar.
Esto significa que se aplicará un impuesto mínimo global del 15 por ciento sobre los beneficios de las grandes corporaciones multinacionales. Si no pagan al menos el 15 por ciento en sus países de origen, otros países podrían cobrarles un impuesto "complementario".
La norma solo se aplica a las empresas que declaren ingresos globales de 750 millones de euros (782 millones de dólares) o más. Este alto obstáculo significa que solo unas 100 empresas digitales globales estarán sujetas a dicha norma.
2. Hacer que las empresas paguen algunos impuestos allí donde se obtengan beneficios.
Esto significa que ciertos ingresos se trasladarán al lugar donde se obtengan en lugar de donde una empresa pueda tener su sede o presencia física.
¿Es necesaria la participación de EE.UU. para un acuerdo?
Para que un acuerdo global de este tipo funcione de manera eficiente, EE.UU. debe formar parte de él, sobre todo porque muchas de las empresas que serían objeto del acuerdo son estadounidenses, como Amazon, Apple, Google y Facebook.
"El fracaso del acuerdo es una posibilidad real, debido a la no participación de EE. UU.", declaró Robert Dever a DW el pasado mes de julio. "Desafortunadamente, esto significa que el éxito del acuerdo probablemente se verá rehén de la situación política en Washington", dijo el socio y responsable de la práctica fiscal irlandesa de Pinsent Masons, un bufete de abogados multinacional.
Varios países han introducido las normas respaldadas por la OCDE, mientras que otros todavía están en proceso de hacerlo o reconsiderando su participación.
Estados Unidos nunca ratificó el acuerdo, ya que Biden no pudo obtener suficientes votos en el Congreso, lo que significa que no hay cambios inmediatos para las empresas con sede en Estados Unidos después de que el país diera la espalda al acuerdo esta semana.
Impuestos unilaterales sobre servicios digitales
A medida que se desvanecen las esperanzas de que se materialice un acuerdo fiscal global, se espera que los países compitan entre sí y busquen regulaciones fiscales unilaterales.
Francia, Italia, España, el Reino Unido, la India y Nueva Zelanda ya han establecido "impuestos sobre los servicios digitales". Es probable que otros los implementen o reactiven pronto.
Los impuestos sobre los servicios digitales gravan los ingresos de las empresas que prestan servicios como publicidad en línea, uso de datos, comercio electrónico o streaming. Estos impuestos garantizan que los países puedan gravar las ganancias generadas en sus mercados locales, incluso si estas empresas no tienen presencia física allí.
Sin embargo, los impuestos unilaterales pueden conducir a más acciones unilaterales. Mezclar la política de "América primero", los impuestos cooperativos y la amenaza de aranceles podría ser una receta para el caos.
(gg/ms)
