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Unión Berlín: el equipo que se mareó en un ladrillo

La advertencia parece cumplirse y el Unión Berlín, que alguna vez jugó en la Liga de Campeones, hoy sobrevive en la Bundesliga gracias al desastre en otros clubes.En el torneo 2022/2023 de la Bundesliga, el Union Berlín y el Friburgo escribieron sendos cuentos de hadas demostrando a los románticos del fútbol que el dinero no lo es todo. Dos genios poco glamurosos, pero eruditos futbolísticamente, lo hicieron posible: Urs Fischer por los capitalinos, y muy lejos dentro de Alemania, Christian Streich.

Unión Berlín había llegado a la Bundesliga como el equipo "chico” de la capital alemana, no solo para ver a la "vieja dama” del Hertha descender estrepitosamente al purgatorio de la segunda división, sino para incluso llegar, ese mismo torneo, a la Champions League.

Unión Berlín y el éxito como lastre

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Pero la trama cambió. Ya habíamos advertido en estas páginas sobre los peligros que podría traer una borrachera con las libaciones de este éxito. El primer trago fue el cese de Fischer, tras un inicio en caída vertical en el torneo 2023/2024. Sin el atlante que había soportado al equipo y en sus propios hombros lo había alzado a la primera categoría, la plantilla fue perdiendo sustancia. La debacle fue sellada definitivamente con la salida del picante delantero Sheraldo Becker, fichado por la Real Sociedad de San Sebastián. Pero esa es solo una parte de la historia.

Aunque el Unión Berlín se vista de seda…

La otra es que, efectivamente, el Union Berlín padeció el "síndrome del ladrillo”: el vértigo irremediable, y a veces mortal, de espíritus humildes que confunden el triunfo efímero con la gloria eterna, apenas a unos centímetros del suelo. Dicho más sucintamente, el Unión Berlín no supo qué hacer con su éxito. Si bien a Fischer lo tumbaron entonces los ciclos naturales de todo entrenador, a la institución la está hundiendo, hoy en día, la autocomplacencia.

El equipo de Köpenick, barrio bravísimo de Berlín, quiso vestirse de seda con fichajes espectaculares. Primero fue Isco Alarcón el que presuntamente contagiaría a los berlineses con su palmarés madridista. El fichaje se cayó estrepitosamente en los últimos tramos, tornándose escandaloso y, sobre todo, mandando una primera señal de alarma.


El que sí se logró fue el traspaso del campeón mundial Leonardo Bonucci, figura tan global como crepuscular, y cuyo nombre daría una embarradita de cosmopolitismo a una plantilla discreta. Algo sucedió, nunca supimos qué, pero tras solo 7 partidos y menos de cinco meses en el Unión Berlín el italiano cambió "el frío mortal de los espacios infinitos” -diría Hermann Hesse- por el bullicioso sol de Estambul.

Unión Berlín y los números de cartón

Ese pretencioso rumbo llevó al Unión Berlín a su embrollo actual. Desde la salida de Urs Fischer, ni Nenad Bjelica ni el muy capaz Bo Svensson fueron capaces de enderezar el barco. La posterior llegada al banquillo de Steffen Baumgart, quien en su momento causó furor en el Colonia, trajo esperanzas hasta ahora incumplidas con un partido ganado y tres perdidos.

A la jornada 20, Unión Berlín marcha en el lugar 14 de la tabla, a solo cuatro puntos de la zona de descenso. Protegido solo por la maldición que en este torneo parece flotar sobre Heidenheim, Holstein Kiel y Bochum, el equipo de Köpenick está más cerca del descenso que de su parpadeo glorioso. El propio Baumgart, luego de fracasar en el Hamburgo, se juega aquí su prestigio como entrenador.

Así, y pese a los gratos recuerdos europeos, el Unión Berlín vive una profunda crisis más allá de lo deportivo. El regreso a la segunda división, que contra el RB Leipzig podría quedar aún más cercano, no parecería ilógico a la luz de toda esta historia. La crisis puede acabar regresando al Unión Berlín a su identidad original: la de un equipo que, pese a los destellos y las vicisitudes, aún cambia el marcador de su estadio con números de cartón.

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