Tras el mortal ataque con cuchillo en Aschaffenburg, Alemania debate la cuestión de por qué se considera a refugiados con problemas de salud mental como sospechosos de atentados.Gabriele Al Barghouthi es la directora del Centro Psicosocial Mondial Bonn para refugiados con problemas psicológicos y sociales, donde se trabaja para estabilizar emocionalmente a las personas que han debido huir de sus países, sufriendo frecuentemente experiencias violentas.
Al Barghouthi dijo a DW que mucha gente pasó por esas difíciles situaciones, sobre todo, en Alemania: "Esta espera interminable por el procedimiento de asilo, esta incertidumbre, el alojamiento en enormes albergues sin ninguna privacidad. Muchos también sufren por la situación política actual, el racismo en la vida cotidiana y la exclusión. Todo esto también afectaría a personas sanas".
Uno de cada tres refugiados padece una enfermedad mental
El centro de Bonn es una de las 51 instituciones en Alemania que ofrece atención terapéutica a refugiados en este país. Según la organización central, en 2022 se ayudó a casi 26.000 personas, es decir, al 3,1 por ciento, pero es un hecho que el 30 por ciento de los refugiados padece enfermedades mentales, según el ministro alemán de Sanidad, el socialdemócrata Karl Lauterbach.
Son cifras que, en gran medida, se pasan por alto en el acalorado debate sobre cómo abordar el problema de los refugiados. Tras el fatal ataque con cuchillo en Aschaffenburg, Baviera, en el que fueron asesinados un niño de dos años y un hombre, la migración es el tema número uno de la campaña electoral. El presunto autor fue un refugiado afgano que, al parecer, padece una enfermedad mental.
La psicóloga Milena Peitzmann vive muy en de cerca lo que les sucede a los refugiados en Alemania: "Observo que mis pacientes tienen mucho miedo después de lo sucedido en Aschaffenburg, tanto por las leyes más estrictas, las normas de deportación más duras, así como por la perspectiva de un nuevo gobierno”.
A los refugiados no se les pregunta sobre enfermedades mentales
Tanto Peitzmann como Al Barghouthi creen necesario un examen sistemático en los centros de recepción inicial y de alojamiento colectivo, donde, al llegar, se les pregunte en un formulario si sufren de enfermedades o problemas mentales. Eso no se hace aún. Además, la política amenaza constantemente con recortes. Por último, debe haber un mejor seguimiento por parte de los terapeutas en la práctica en consultorios, explican las expertas.
Según Al Barghouthi, para muchos psicoterapeutas, tratar con refugiados es demasiado estresante: "Primero hay que encontrar un traductor, después hay que redactar un contrato y a menudo no es posible cubrir todos los costos".
Suicidio, tema dominante, no la violencia contra otras personas
La atención de emergencia es otro problema urgente. El caso clásico: los pacientes acaban en una clínica, son dados de alta tras una noche y luego les dan pastillas sin demasiadas explicaciones.
En general, más de la mitad de los pacientes tienen pensamientos suicidas, afirman los psicólogos de Bonn. No representan un peligro para la población en general. El trabajador social Majid Ibrahim dijo a DW: "Estoy en el centro psicosocial desde 2020 y en todos estos años hemos tenido exactamente un caso en el que una persona amenazó con violencia de manera masiva. Sólo uno, y llamamos a la Policía de inmediato. Por lo general, se trata de personas que quieren infligirse violencia a sí mismas".
Jenny Baron, psicóloga en BAfF, la asociación nacional de centros psicosociales para refugiados y víctimas de tortura, cree que el debate ha conmocionado a la sociedad alemana, ha generado temores y ha provocado una mayor división social: "Nosotros, como organización central, notamos que el ambiente se ha vuelto más duro. Hay menos reconocimiento para las personas que están muy comprometidas con el trabajo a favor de los refugiados en condiciones de pobreza. Lo vemos en el hecho de que los recursos financieros son cada vez más escasos, porque los políticos ya no los ven necesarios".
Baron también critica que los centros psicosociales tienen que rechazar a muchas personas por falta de lugar y atención. Así que muchas enfermedades mentales entre los refugiados pasan, a menudo, desapercibidas.
La psicóloga hace un llamamiento para que no se califique de violentas a las personas con enfermedades psicológicas, y que no se las considere sospechosas de cometer actos violentos contra la población. "En Alemania son una gran parte de la población. Sabemos que un tercio de la población alemana desarrolla una enfermedad psíquica durante su vida. La gran mayoría de estas personas, independientemente de su procedencia, no se vuelven violentas".
(rmr/cp)