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Astrónomos descifran el misterio de las señales de TV fantasma que sobrevolaban Australia durante cinco años

En una zona de Australia donde las señales de radio están prohibidas, un equipo de astrónomos se enfrentó durante cinco años a un fenómeno inexplicable.Durante cinco años, un enigmático fenómeno desconcertó a los astrónomos del radiotelescopio Murchison Widefield Array en Australia Occidental. En medio de su búsqueda de señales cósmicas antiquísimas, el telescopio, diseñado para captar mensajes de más de 13.000 millones de años de antigüedad procedentes de los confines del universo, detectaba algo mucho más mundano e insólito, pero igualmente intrigante: una señal de televisión que, inexplicablemente, parecía moverse por el firmamento.

El misterio era especialmente desconcertante porque el telescopio, compuesto por 4.096 antenas en forma de araña, se encuentra en una zona de silencio radioeléctrico de 300 kilómetros de ancho. En este espacio, el Gobierno australiano regula estrictamente todo tipo de comunicaciones, desde transmisores de televisión hasta dispositivos bluetooth y teléfonos móviles, precisamente para evitar interferencias con los telescopios.

"Entonces nos dimos cuenta", relata Jonathan Pober, físico de la Universidad Brown y director de investigación estadounidense del proyecto, en un comunicado de la Universidad de Brown. "Dijimos: 'Seguro que la señal se refleja en un avión'". Esta hipótesis, que varios investigadores habían sugerido a lo largo de los años, finalmente podría ponerse a prueba.

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Un misterio en el radiotelescopio Murchison

Pober y la estudiante de doctorado Jade Ducharme se convirtieron en una suerte de detectives astronómicos. Para resolver el misterio combinaron dos técnicas ingeniosas, las "correcciones de campo cercano", que ajustan el telescopio para enfocar objetos cercanos a la Tierra, y la "formación de haces", que afina el enfoque hacia el punto exacto de donde procede la señal indeseada.

Su investigación arrojó resultados sorprendentemente precisos. Según los datos publicados en la revista Publications of the Astronomical Society of Australia, lograron rastrear un avión que volaba a 11,7 kilómetros de altitud y a una velocidad de 792 kilómetros por hora. La señal intrusa, descubrieron, correspondía al canal 7 de la televisión digital australiana y se reflejaba en el fuselaje del avión.

Interferencias de radiofrecuencia: una crisis para la astronomía moderna


Este hallazgo va más allá de una mera curiosidad científica y apunta hacia una posible solución para un desafío sin precedentes en la astronomía moderna. "La astronomía se enfrenta a una crisis existencial", advierte Pober, señalando el creciente problema de las interferencias de radiofrecuencia (RFI) que amenazan con silenciar los susurros cósmicos que los astrónomos intentan captar.

La magnitud del desafío se hace evidente en las cifras: según la Oficina de las Naciones Unidas para Asuntos del Espacio Exterior, en junio de 2023 había 11.330 satélites orbitando la Tierra, lo que representa un dramático aumento del 40 % desde enero de 2022.

Tradicionalmente, cuando los datos astronómicos se contaminan con estas interferencias, los científicos no tienen más remedio que desecharlos. "Acaban desechándose cantidades insensatas de datos para no contaminar ninguna parte de la observación", explica Ducharme, ilustrando la magnitud del problema actual.

La nueva técnica desarrollada por Pober y Ducharme podría cambiar esto, permitiendo identificar y filtrar las interferencias sin perder datos valiosos. Localizar la fuente de la RFI ha sido el primer gran paso. El siguiente consiste en perfeccionar un sistema para "restar" esas señales parásitas de los datos astronómicos. La técnica usada para detectar el avión puede ampliarse a otras señales no deseadas, incluidas las que reflejan o emiten directamente los satélites. Eso sí, el reto es mayor: si ya resulta complejo cazar un avión puntual, lidiar con miles de satélites dispersos por todo el cielo será un trabajo titánico.

La Luna como refugio para la radioastronomía

"No hay forma de apuntar nuestros telescopios lejos de los satélites", lamenta Pober, enfatizando que el ruido radioeléctrico va en aumento.


La situación es tan preocupante que algunos científicos están considerando soluciones más radicales. "Si no podemos encontrar un cielo tranquilo en la Tierra, quizá la Tierra no sea el lugar adecuado", sugiere Pober, planteando la posibilidad de construir radiotelescopios en la Luna.

Mientras tanto, ya se están tomando algunas medidas. Desde 2019, el Observatorio Radioastronómico Nacional de la Fundación Nacional de la Ciencia y SpaceX colaboran para desarrollar sistemas de intercambio de datos en tiempo real que minimicen las interferencias de los satélites en las observaciones telescópicas.

La carrera contra el ruido espacial apenas comienza, pero el ingenioso descubrimiento de una señal de televisión rebotando en un avión podría ser el primer paso hacia una solución que permita a la radioastronomía sobrevivir en un cielo cada vez más congestionado.

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"Hagamos lo que hagamos, no tenemos más remedio que invertir en mejores técnicas de análisis de datos para identificar y eliminar las interferencias generadas por el hombre", concluye Pober.

Editado por Felipe Espinosa Wang con información de la Universidad de Brown, Publications of the Astronomical Society of Australia, Space.com y The Debrief.

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