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Sembrando las semillas del futuro de Siria después de la guerra

Tras la caída del régimen de Asad, la siria Huda Khayti regresó a su natal Duma. La ciudad en ruinas la confrontó con el pasado y la motivó a dedicar su vida a una nueva Siria.Huda Khayti siempre supo que este día llegaría. Aunque le preocupaba que el mundo pudiera haber dejado a Siria de lado por casi una década y media de guerra, nunca dejó de tener esperanzas. "Sabía que un día derrocaríamos al régimen de Asad", dijo a DW por teléfono.

En diciembre, cuando el grupo rebelde islamista Hayat Tahrir al Sham (HTS) derrocó al dictador sirio Bashar al Asad en un avance inesperado, Huda, que ahora tiene 44 años, se sintió abrumada por una sensación de alivio que todavía no puede expresar con palabras.

Y sin embargo, aunque el fin del régimen de Asad marcó una nueva era política para Siria, también resaltó todas las incertidumbres que vienen con los nuevos comienzos.

De vuelta al futuro

El reinicio de la actividad del país tras décadas de gobierno de mano dura de la familia Asad tampoco fue una experiencia tranquila para Khayti.

Al día siguiente de la partida del dictador, emprendió el viaje desde su hogar temporal en la ciudad de Idlib, en el noroeste de Siria, de regreso a su ciudad natal Duma. Su miedo crecía con cada kilómetro, pero también su determinación. Tenía que ver lo que quedaba de su antigua vida.

Una vez que llegó a Duma, todo lo que pudo ver fue destrucción. Finalmente llegó a la casa de sus padres. Las paredes estaban hechas pedazos, partes del techo se habían derrumbado. Entró con cautela, cada paso le traía recuerdos.

"No pude aguantar ni cinco minutos allí", le dice a DW. Todavía eran visibles las marcas del ataque aéreo del régimen que mató a su hermano. Luego trató de encontrar su tumba. "No sé dónde lo enterraron", dice con el corazón destrozado. "Probablemente esté en una fosa común".

A pesar del dolor, Khayti también recuerda que el olor a jazmín inundaba la ciudad, un extraño contraste con la gris desolación. Y tomó una decisión: no permitirá que la desesperación la abrume. "Luché contra Asad. Viviré y reconstruiré este país junto con otros", dice.

Flores y árboles como símbolos de vida

La primera iniciativa de Khayti fue plantar flores y árboles en un parque en Duma con el apoyo de la Defensa Civil Siria y otras organizaciones. "Es una señal de que la vida está volviendo", dice. "Siria no es sólo una tierra de heridas, sino también una tierra de esperanza".

Khayti nació en Duma y estudió literatura francesa en Damasco. Su revolución personal comenzó mucho antes del levantamiento democrático de 2011 que fue silenciado por el régimen de Asad con una brutal represión contra su propia población.

"Me di cuenta pronto de hasta qué punto Asad estaba perjudicando a las mujeres y oprimiendo a su propio pueblo", recuerda. Decidida a marcar la diferencia, fundó tres centros para mujeres en la ciudad de Ghouta, cercana a Duma, donde organizó cursos de inglés y talleres sobre violencia de género, derechos de las mujeres y primeros auxilios.

Sin embargo, cuando la represión se convirtió en guerra, estos lugares no fueron una excepción. En 2013, el régimen de Asad atacó Ghouta con uno de los peores ataques con gas químico en la historia de la guerra. Después, todos los centros de Khayti fueron bombardeados.

Economía e infraestructura en ruinas

Khayti sigue pensando en las posibilidades que le depara el futuro, aunque sabe que no será fácil.

Tras casi 14 años de guerra y el devastador terremoto de 2023, gran parte del país, la economía y la infraestructura están en ruinas.

Hay sólo unas pocas horas de electricidad al día. 16,7 millones de los 21,3 millones de sirios dependen de la ayuda humanitaria, según Médicos Sin Fronteras.

Además, unos dos millones de niños no asisten a la escuela y 7.000 escuelas fueron destruidas durante la guerra, según Unicef.

El escepticismo persiste

A pesar de la cautela hacia los recién llegados al Palacio del Pueblo de Damasco, la mayoría de los sirios se centran ahora en la reconstrucción y el futuro. "Somos una nueva sociedad que conoce sus derechos y no volverá a ser oprimida", dice Khayti a DW.

Su plan es abrir más centros de mujeres en otras ciudades para animar a más mujeres a participar en la política.

También quiere crear una organización para proteger el medio ambiente. "Cualquier país que quiera ayudarnos a reconstruir es bienvenido", afirma. "Pero no queremos más injerencias extranjeras aquí", subraya.

(rr/ct)

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