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Cuando La Habana estaba en el cartel de las giras de grandes músicos

Joaquín Sabina en México, en su gira de despedida. DW

Entre el público que aplaudió a Joaquín Sabina en Miami estaban muchos de esos seguidores cubanos que alguna vez disfrutaron de sus presentaciones en La Habana. Ahora, son migrantes en un país ajeno.El pasado sábado, en Miami, miles de espectadores corearon junto a Joaquín Sabina sus más conocidos temas musicales. La ciudad de Florida acogió el concierto del compositor español en su gira de despedida de los escenarios. Entre el público estaban muchos de esos seguidores cubanos que alguna vez disfrutaron de sus presentaciones en La Habana. Ahora, son migrantes en un país ajeno y es poco probable que al autor de Hola y adiós vuelvan a permitirle la entrada a Cuba.

En 2022, el cantautor nacido en Úbeda dejó clara su posición: "Fui amigo de la revolución cubana y de Fidel Castro. Pero ya no lo soy, no puedo serlo". Aquellas palabras le costaron entrar a una lista que actualiza a cada rato el régimen castrista con artistas que han osado criticar su modelo político, el talante de sus líderes o al Partido Comunista. La relación es larguísima y ha ido cambiando con los años. No solo contiene músicos cubanos exiliados sino que una vez incluyó figuras como José Feliciano, Roberto Carlos, Julio Iglesias, Raphael, Carlos Santana, más recientemente Fito Páez y hasta los mismísimos Beatles.

En esa relación de censurados también hubo canciones de Joan Manuel Serrat, Mercedes Sosa y Miguel Ríos. A veces las tijeras llegaban por la actitud pública del intérprete, otras, simplemente, por la letra de alguna de sus canciones que incordiaba a los rígidos comandantes y generales cubanos.

No obstante, a pesar de tantos controles y suspicacias, en esos años presentarse en La Habana, Varadero o Santiago de Cuba seguía siendo una aspiración de muchos músicos internacionales, por lo que verse excluidos de aquellos conciertos era considerado un castigo.Sin embargo, el tiempo pasó y todo cambió. Ahora, actuar en nuestro país tiene poco interés para la mayoría de los grandes artistas del momento. La colombiana Shakira está en plena gira mundial "Las mujeres ya no lloran" y la capital cubana brilla por su ausencia entre los destinos elegidos. Bad Bunny no ha dado ninguna señal de que vaya a sacudir, a corto o mediano plazo, las butacas del teatro Karl Marx ni a la Ciudad Deportiva de La Habana.

Las voces de Rosalía, Ed Sheeran, Lady Gaga o Taylor Swift tampoco se han escuchado en vivo en ninguna de las salas de concierto de la isla. La razón para estas ausencias no son solo las exclusiones por considerandos políticos que lleva a cabo el régimen. Hay también una motivación económica. En el amplio circuito de las plazas musicales a nivel mundial, Cuba ya no compite. Carece de cualquier atractivo material. ¿En qué moneda habría que cobrar las entradas para que el artista pueda recaudar algunos ingresos por su espectáculo?

La isla ha perdido también atractivo como parada para hacerse con prestigio o nombre, más bien es todo lo contrario. Cantar en el Teatro Nacional o en el Martí puede ser visto ahora como un acto de ceguera ante los desmanes de una dictadura y una acción de burda complicidad con un Gobierno que tiene más de mil presos políticos. Por eso y por otras tantas razones es por lo que Joaquín Sabina cantó en Miami y no en La Habana el pasado sábado: no solamente porque quizá no lo dejen entrar en la isla, sino, además, porque la mayor parte de su público ya está fuera.

(ers)

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