El comercio entre México y Estados Unidos se enfrenta a un fuerte golpe tras la imposición de aranceles del 25% a las exportaciones mexicanas. Un análisis gráfico revela el duro impacto que esta medida tendrá sobre ambos países en términos de comercio bilateral, inflación, empleo y crecimiento económico. Sin embargo, México es quien pagará la factura más cara.
Caída drástica en el comercio bilateral
Las exportaciones mexicanas hacia Estados Unidos, que antes de los aranceles alcanzaban los 500 mil millones de dólares anuales, caerían a cerca de 400 mil millones tras la aplicación de la tarifa. En el caso de las exportaciones estadounidenses hacia México, el impacto es similar: una reducción de más de 100 mil millones de dólares, pasando de aproximadamente 350 mil millones a menos de 250 mil millones.
Este retroceso representa una fractura importante para una relación comercial que, durante décadas, ha sido clave para el crecimiento de ambos países bajo el marco del T-MEC. La incertidumbre y el encarecimiento de productos clave en ambos lados de la frontera es ya un hecho.
Inflación al alza, especialmente en México
El encarecimiento de bienes y servicios como resultado de los aranceles provocará un repunte en la inflación, especialmente en México. Antes de los aranceles, la inflación mexicana rondaba el 4.5%; tras la medida, se disparará a más del 5%, complicando aún más la estabilidad económica nacional. En Estados Unidos, el efecto también se sentirá, aunque de forma más moderada: de un 3% pasará a cerca del 3.5%.
Pérdida de empleos: el golpe más severo para México
Uno de los impactos más alarmantes será la pérdida de empleos en México. Según las estimaciones, el país perderá cerca de 1.7 millones de empleos, afectando principalmente a sectores exportadores clave como el automotriz, agrícola y manufacturero. En contraste, Estados Unidos apenas verá una reducción marginal en el empleo, lo que muestra el desequilibrio en la balanza de daños colaterales.
Crecimiento económico en riesgo
El PIB de México se verá directamente afectado, pasando de un crecimiento modesto de 1% a un retroceso de -0.5% tras la aplicación de aranceles. Esto pone en riesgo las proyecciones económicas nacionales, sumando presión a un entorno global ya complicado. Por su parte, el PIB de Estados Unidos también resentirá el golpe, aunque de manera menos grave: pasará de un crecimiento de 2% a aproximadamente 1.5%, lo que muestra que si bien el impacto es global, México es quien carga con el mayor peso de las consecuencias.
Un golpe a la integración y al libre comercio
Más allá de las cifras duras, estos aranceles representan un retroceso histórico en la relación comercial entre México y Estados Unidos. Lo que alguna vez fue un proceso de integración profunda, hoy sufre un golpe político y económico con efectos de largo plazo. Expertos advierten que, si no se logran acuerdos rápidos para revertir esta medida, el impacto en la competitividad regional será inevitable.
México, altamente dependiente de su comercio con Estados Unidos, se verá obligado a replantear su estrategia comercial, diversificando mercados y fortaleciendo su mercado interno para amortiguar el impacto. Al mismo tiempo, las empresas estadounidenses que dependen de insumos y productos mexicanos enfrentarán un incremento en costos que terminarán trasladándose al consumidor final.
¿Guerra comercial en puerta?
Aunque todavía hay espacio para negociaciones, el panorama refleja que este tipo de medidas no solo son costosas, sino que terminan afectando a ambos lados de la frontera. Los aranceles del 25% son un recordatorio de que, en una economía globalizada, ningún país gana realmente en una guerra comercial.
