Los inversores cuestionan la participación del multimillonario tecnológico en la administración Trump, mientras que las acciones de su empresa de coches eléctricos, Tesla, se desploman.Esta fue quizás la señal más clara hasta ahora de que las maniobras políticas del director ejecutivo de Tesla, Elon Musk, han resultado contraproducentes. Este martes 11 de marzo, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, se situó con él junto a un Tesla Model S frente a la Casa Blanca y dijo que iba a comprar este modelo para su personal.
El hecho de que Musk buscara el respaldo público del presidente sugiere que las protestas, el boicot de consumidores e incluso los sabotajes contra Tesla han inquietado al hombre más rico del mundo y a sus inversores. Trump condenó estos incidentes como casos de "terrorismo doméstico".
¿Se puede culpar a la política de la caída de ventas en Tesla?
El desplome de las ventas de Tesla ha aumentado la presión. En Alemania, donde Musk respaldó al partido de ultraderecha Alternativa para Alemania (AfD) antes de las elecciones pasadas, las matriculaciones de Tesla cayeron un 76 % en febrero respecto al año anterior, mientras las matriculaciones de vehículos eléctricos en general aumentaban casi un tercio. Una tendencia similar se observa en otros lugares, como Francia, Australia o California, el mayor mercado estadounidense de vehículos eléctricos.
Los consumidores parecen estar evitando la marca. Muchos propietarios les pusieron a sus Tesla pegatinas con mensajes como: "Tesla clásico: edición pre-locura" o "Compré este coche antes de que Elon perdiera la cabeza". "Musk cree que puede decir lo que quiera sin que Tesla sufra consecuencias", declaró el analista de Morningstar, Seth Goldstein, a Associated Press la semana pasada. "Tesla estaba en una posición ventajosa, ahora tiene competencia".
Imagen cada vez menos ambientalista
Daniel A. Crane, profesor de derecho en la Universidad de Michigan y autor de un próximo libro sobre Tesla, señaló cómo, hasta hace poco, el fabricante de automóviles estaba "fuertemente identificado con las preocupaciones ambientalistas" y, sus conductores, "tendían a una inclinación política de izquierda".
"En los últimos dos años, Musk prácticamente ha roto lazos con esos grupos", explica. "Quienes quieren conducir un vehículo eléctrico por razones climáticas ya no tienen que comprar un Tesla", declaró Crane a DW. Si bien Musk puede pensar que Tesla podría, en cambio, dirigirse a los partidarios de Trump de la derecha, añade, "los partidarios de MAGA tienden a ser los más escépticos respecto a los vehículos eléctricos".
Días contados para el apodo "Elon Teflón"
La intensa competencia ha provocado una importante caída de las acciones de Tesla. En los últimos tres meses, las acciones del fabricante de automóviles de Musk se han desplomado casi a la mitad. El patrimonio neto de Musk se ha reducido en 144.000 millones de dólares (132.000 millones de euros) desde los más de 400.000 millones de finales de 2024.
Musk respaldó la campaña de Trump con 250 millones de dólares y, desde entonces, se ha convertido en su principal asesor para reducir drásticamente el gasto público a través del Departamento de Eficiencia Gubernamental (DOGE). Sus draconianos recortes han sido bien recibidos por muchos votantes estadounidenses, pero criticados por activistas, académicos y legisladores por carecer de una supervisión adecuada. También le achacan carecer de autorización de seguridad y no haber sido aprobado por el Senado.
Conflicto de intereses
Las otras compañías de Musk, como Space X, Neuralink, xAI o la red social X, no obstante, están obteniendo buenos resultados. Entre todas ellas, las empresas de Musk tienen además contratos con el Gobierno federal por valor de entre 18.000 y 22.000 millones de dólares, según informes de medios estadounidenses, aunque es posible que estas cifras no reflejen el panorama completo, ya que muchos de los acuerdos son clasificados.
Esos contratos y el hecho de que las empresas de Musk hayan sido investigadas o multadas más de 30 veces por 11 agencias gubernamentales estadounidenses, según The New York Times, han hecho saltar las alarmas sobre posibles conflictos de intereses relacionados con su participación en DOGE.
¿Se acabó el tiempo de Musk al mando de Tesla?
El mes pasado, Brad Lander, el interventor de la ciudad de Nueva York que supervisa el fondo de pensiones de Tesla, declaró a The New York Times que Musk debería dimitir como director ejecutivo de la compañía, pero permanecer en la junta directiva. Esto, afirmó, devolvería al fabricante de vehículos eléctricos al "modelo básico de gobernanza accionarial de Estados Unidos".
Si bien Musk ha declarado públicamente que su participación en DOGE probablemente durará sólo un año más, uno de los inversores más entusiastas de Tesla en Wall Street, Dan Ives, ahora cree que debería renunciar ya a su compromiso con la administración Trump. "Él también necesita asumir su rol como director ejecutivo de Tesla", declaró Ives, director global de investigación tecnológica en Wedbush Securities, a DW. "El equilibrio será clave y eso es lo que Musk debe hacer para detener la sangría en las acciones de Tesla".
Una encuesta del banco de inversión estadounidense Morgan Stanley, publicada el miércoles, reveló que el 85 % de los inversores consideró que la incursión de Musk en la política ha tenido un impacto "negativo" o "extremadamente negativo" en el negocio de Tesla. El propio Musk ha admitido a Fox Business que le cuesta compaginar sus numerosos compromisos y que lo hace "con gran dificultad".
A pesar de esto, pareció redoblar su apoyo a la presidencia de Trump, con una nueva donación de 100 millones. Mientras aparecía en la foto junto a Trump, Musk declaró a la prensa el martes que se quedaría en Washington mientras fuera útil, pero que seguiría al frente de Tesla.
(lgc/rml)