Mientras niega haber relegado a las sombras su tradicional estrategia de defensa de los derechos humanos, Estados Unidos cierra numerosas plataformas de información que luchan en el mundo contra reconocidas dictaduras.Por primera vez en 83 años, la "Voz de América” (VOA) ha enmudecido. Su plantilla de 1300 trabajadores cae de cabeza a la excedencia. Y en ese atentado contra la libertad de información caen también otras plataformas que, curiosamente, luchan por la libertad de información y los derechos humanos en el mundo. Radio y TV Martí, Radio Free Europa y Radio Free Asia son algunos de estos proyectos que han operado durante décadas, patrocinados y financiados por la Agencia Global de Medios de Comunicación que ahora está en la diana de los recortes de Elon Musk.
Como se ha informado que estas medidas son temporales, pues dependen del análisis económico de quienes ya son llamados "los soldados contralores de Musk”, 427 millones de personas podrían quedarse esperando por los servicios informativos de estas cadenas que, desde la Guerra Fría, configuraron una red de organizaciones financiadas por la Casa Blanca en su más importante empeño histórico: diseminar en todo el planeta la influencia de Estados Unidos, luchar contra las mordazas del autoritarismo, visualizar las violaciones de los derechos humanos en países con dictaduras y dar voz a millones de opositores en esas naciones.
Poderoso caballero es Don Dinero
Para los funcionarios encargados por Musk de implementar estos controles sobre los gastos gubernamentales importan solamente las millonarias cifras consumidas. Los propósitos para los cuales fueron creadas esas plataformas son apenas palabras que no pueden ser contabilizadas, por muy buenas intenciones que lleven o por muchas metas que hayan logrado. Ante los 950 millones de dólares que la Agencia Global de Medios de Comunicación solicitó este año fiscal al Congreso, no tiene ningún peso que millones de personas en el mundo hayan entendido mediante los análisis informativos y las denuncias de estos proyectos qué derechos humanos violaban y violan las dictaduras que sufren. Y la advertencia de Stephen Capus, presidente y director general de la histórica cadena Radio Free Europe/Radio Liberty: "La cancelación del acuerdo de subvención será un enorme regalo para los enemigos de Estados Unidos”, no pasará de ser una queja que, al menos ahora, la administración Trump parece no querer escuchar.
Cuba, más sola y abandonada que nunca
No se equivocaron los miles de cubanos que votaron a Trump por su promesa de acabar con la dictadura en Cuba y confiaron en que un secretario de Estado de origen cubano como Marco Rubio pondría a la isla en un sitio de privilegio para acelerar la libertad. Pero nadie imaginó que las estrategias no serían las que esos cubanos imaginaban. Mucho menos pensaron que se verían directamente afectados.
Donald Trump ha comenzado a deportar cubanos, ha eliminado muchos de los programas de legalización que la administración Biden había concedido a los cubanos, canceló todas las ayudas financieras a la sociedad civil opositora, tanto en la isla como en el exilio, anunció que Cuba estaría en una lista de países cuyos ciudadanos perderán el derecho a emigrar a Estados Unidos, e incluso está deteniendo y marcando como ´deportables´ a aquellos cubanos que creen en la ley y se presentan a las citaciones oficiales de los trámites del largo proceso burocrático que les permitiría obtener un estatus legal en Estados Unidos. Ahora se paralizan las transmisiones de la cadena Radio y TV Martí, y sus periodistas, empleados federales y contratistas son puestos en licencia administrativa hasta nuevo aviso.
El senador Marco Rubio no se ha pronunciado. Parece haber olvidado sus palabras de 2022, cuando el presidente Joe Biden tuvo una idea parecida a la de Trump ahora: "Es indignante que la administración Biden quiera recortar fondos para Radio y TV Martí, una fuente de información independiente en apoyo de la democracia y de los cubanos en la isla. Es una decisión vergonzosa, especialmente tras las históricas protestas del año pasado en Cuba”, dijo Rubio. Y en la isla, un chiste popular cuenta que Raúl Castro y Díaz Canel celebraban del único modo en que podían hacerlo, mediante apagones de 20 horas, que Trump se estaba convirtiendo en el mejor amigo de la Revolución.
La estrategia de Trump y Marco Rubio, según algunos analistas, tiene tintes siniestros. Cerrando a los cubanos la posibilidad de emigrar a Estados Unidos, quitándole a la oposición todo tipo de ayuda financiera y eliminando la posibilidad de que la dura realidad cubana sea explicada al mundo mediante la prensa opositora en la isla, o desde proyectos financiados por Estados Unidos, el pueblo cubano tendrá una sola salida: o morir en medio de la terrible situación que hoy se vive en la isla, o levantarse en masa de una vez contra el gobierno para derrocarlo. Una especie de rebelión atizada desde la Casa Blanca.
Además, al amordazar estas cadenas informativas y eliminar los financiamientos que USAID ofrecía a otros proyectos independientes de información, se reduce aún más el escaso equilibrio y diversidad informativa que existía en torno al tema Cuba. Queda ahora -esperamos que solo sea de modo temporal- en manos de un grupo de influentes, youtubers, revistas independientes y plataformas digitales que, sin demeritar su aporte al flujo de información sobre la dura realidad de la isla en internet y las redes sociales hasta hoy, mayormente han preferido el escándalo, la denigración de la opinión ajena, e incluso la noticia falsa que les garantice un alto índice de usuarios.
La división se recrudece aún más entre los cubanos. En Estados Unidos muchos emigrados celebran el cierre de estas plataformas que durante décadas rompieron el bloqueo informativo del régimen, difundieron información necesaria y confiable al pueblo cubano, apoyaron a la sociedad civil, fomentaron el libre flujo de información, fortalecieron la lucha por los derechos humanos, proporcionaron ayuda moral y dieron visibilidad a los presos políticos y sus familias. Otros aseguran que ninguna de estas plataformas, en particular, Radio y TV Martí, hicieron un uso ni correcto ni ético de los millones de dólares que le fueron concedidos desde su fundación, en 1985, para ayudar a que Cuba fuera un país libre y democrático. Y en la isla, la oposición, casi de modo unánime, considera que ahora sí la han dejado sola, abandonada, ciega y muda ante una dictadura que se siente impune.
(cp)