El papa Francisco sorprendió este jueves 10 de abril al presentarse de manera inesperada en la basílica de San Pedro, en el Vaticano, vestido de manera inusual: con una camiseta blanca, pantalones oscuros y un poncho, en lugar del tradicional hábito papal. El pontífice, que se encuentra en recuperación tras una infección respiratoria, llegó en silla de ruedas y con cánulas de oxígeno, y recorrió el recinto para rezar en la tumba del papa Pío X y supervisar los avances de una restauración en la zona de la Cátedra.
La visita ocurrió alrededor del mediodía, hora local, por la Puerta de la Oración, la entrada más cercana a la Casa Santa Marta, donde el papa permanece en convalecencia desde que fue dado de alta el pasado 23 de marzo, tras permanecer hospitalizado 38 días.
Durante su recorrido, el papa bendijo a varios niños y saludó a grupos de peregrinos que se encontraban en el lugar con motivo del Jubileo de los Enfermos, una de las celebraciones religiosas más importantes del calendario católico este año. También intercambió palabras con restauradores que trabajan en la zona, a quienes elogió por su labor.
Testigos presenciales compartieron su emoción por el inesperado gesto del pontífice. “Nos conmovió verlo así, de civil, sencillo. Todos lloraban, incluso los de seguridad”, relató a medios vaticanos el monseñor Valerio Di Palma. La escena, según afirmó, fue tan impactante que muchos no lograron ni tomar fotos por la emoción del momento.
Esta aparición pública se suma a otras recientes sorpresas del papa. El pasado domingo, Francisco apareció al final de la misa del Jubileo de los Enfermos para dar una bendición a los fieles, y este miércoles recibió de forma privada a los reyes del Reino Unido, Carlos III y Camila, quienes están de visita en Italia. La audiencia había sido cancelada inicialmente por razones de salud.

La visita del papa, tanto por su contenido espiritual como por su forma sencilla de presentarse, ha sido ampliamente comentada por fieles y medios internacionales. Las imágenes de un líder religioso vestido con ropa común, mezclado entre la gente, marcan un nuevo capítulo en la serie de gestos informales y cercanos que han caracterizado su pontificado.