La economía francesa atraviesa una de sus peores crisis en décadas. El primer ministro François Bayrou declaró públicamente que el país enfrenta un “estado catastrófico” en materia económica, con una deuda desbordada, niveles de producción insuficientes y tasas de empleo por debajo de sus principales competidores. En cierto modo esto recuerda a la crisis que vivió Grecia tras ser sede de los Juegos Olímpicos en 2004.
Durante una rueda de prensa junto a miembros clave de su gabinete, Bayrou fue tajante: “La supervivencia del país está en juego”, dijo, al explicar que la situación interna se ha agravado por conflictos externos como la guerra en Ucrania y el recrudecimiento de la guerra comercial impulsada por el expresidente estadounidense Donald Trump. El mandatario anunció que se pondrá en marcha un plan de choque económico inmediato.
Bayrou también denunció que Francia es hoy una nación que “ni produce ni trabaja lo suficiente”, pero que al mismo tiempo mantiene el gasto público más alto del mundo, lo que ha llevado a un nivel de endeudamiento que, según sus palabras, “estrangula” las finanzas nacionales. Entre los ajustes más urgentes está un aumento de tres mil millones de euros en el gasto en defensa y un mayor control del déficit público.
En medio de presiones políticas, el primer ministro reconoció que debió hacer concesiones tanto a la izquierda como a la extrema derecha para aprobar el presupuesto de 2025. Pero ahora, dice, es momento de ir más allá y profundizar la austeridad, aunque eso requiera apoyo popular ante la falta de respaldo parlamentario.
Como parte de la estrategia, Bayrou convocó a todos los sectores económicos y sociales a presentar propuestas antes del 14 de julio para diseñar el presupuesto de 2026, alertando que el margen de maniobra es cada vez más reducido ante una economía al borde del colapso.
