La Basílica Papal de San Pedro, en el Vaticano, recibió a miles de creyentes de todo el mundo para despedir al Papa Francisco, quien falleció el pasado lunes 21 de abril debido a un derrame cerebral y una insuficiencia cardíaca.
Sin embargo, en medio de las filas kilométricas filas con espera de hasta seis horas para acceder al féretro, destacó la presencia de una monja que rompió con el protocolo impuesto por el Vaticano en este evento especial.
Sor Geneviève Jeanningros, la monja “rebelde”
Cardenales y obispos de todo el mundo pasaron de uno en uno, respetando su turno, para aproximarse al féretro del papa Francisco, para aprovechar los pocos minutos que tenían para presenciar al último Santo Pontífice, conforme al protocolo que estableció el Vaticano para las visitas.
Sin embargo, una de los guardias permitió una excepción en las reglas y acercó a una monja al féretro. Se trataba de Sor Geneviève Jeanningros, de 81 años de edad. Fue sobrina de Sor Léonie Duquet, monja francesa asesinada en 1977 por la dictadura militar argentina, y a quien el papa Francisco llamaba la “enfant terrible”.
Miembro de las Pequeñas Hermanas de Jesús, Sor Geneviève Jeanningros fue a visitar al papa en su funeral, con una mochila verde en la espalda. Permaneció alrededor de siete minutos frente al féretro, mostrando de manera evidente su tristeza y su llanto.
Nadie interrumpió a la monja debido a que las autoridades del Vaticano sabían que el papa Francisco y ella tuvieron una buena amistad. Sor Geneviève Jeanningros visitaba regularmente a Jorge Mario Bergoglio regularmente los días miércoles.
La monja ha vivido en una caravana cerca del arque de atracciones Luna Park en Ostia, con fin de ayudar a personas trasgénero y homosexuales, que después eran recibidas por el Santo Pontífice. Sus imágenes delante del féretro se han difundido en redes sociales como una muestra de cariño.
