La guerra entre Rusia y Ucrania no solo se trata de misiles y tropas en el terreno. En las últimas semanas, la disputa ha escalado hacia un nuevo y preocupante frente: el supuesto uso de armas químicas y biológicas.
Ambas naciones, junto con Estados Unidos (EE. UU.), han intercambiado graves acusaciones que, de ser ciertas, representarían violaciones a tratados internacionales y un riesgo creciente para la humanidad.
Químicos aparecen en la guerra de Rusia y Ucrania
La Embajada de Rusia en México publicó recientemente en redes sociales un llamado a ver el documental “La guerra tóxica de Ucrania”, producido por RT DOC, en el que se denuncian supuestos experimentos con armas químicas prohibidas por parte del “régimen de Kiev”.
En dicho material se afirma que Ucrania ha violado masivamente la Convención sobre Armas Químicas utilizando sustancias tóxicas en el campo de batalla. Se muestran testimonios de presuntas víctimas y evidencias visuales de material químico que habría sido incautado por tropas rusas como, tubos sellados con etiquetas y embalajes sospechosos.
“Rusia ha documentado más de 400 casos de uso de armas químicas por parte de las fuerzas ucranianas”, según el documental de RT DOC.
Sin embargo, estas denuncias han sido presentadas sin verificaciones independientes por organismos internacionales y no han sido respaldadas por la Organización para la Prohibición de las Armas Químicas (OPAQ) ni por Naciones Unidas.
EE. UU. acusa a Rusia de usar cloropicrina como arma de guerra
Mientras tanto, el Departamento de Estado de Estados Unidos denunció que Rusia habría empleado cloropicrina, un agente químico asfixiante prohibido por tratados internacionales durante operaciones en Ucrania, según la BBC. La sustancia, usada comúnmente en la agricultura como fumigante, ha sido considerada un agente de guerra química desde la Primera Guerra Mundial.
El gobierno estadounidense afirmó que no se trató de un incidente aislado y que esto violaría la Convención sobre Armas Químicas, acuerdo que Moscú ha firmado. El portavoz ruso Dmitry Peskov calificó las acusaciones como “infundadas” y aseguró que Rusia cumple con todas sus obligaciones internacionales.
A nivel científico, la cloropicrina se describe como una sustancia líquida, incolora y de olor penetrante, que causa irritación ocular y respiratoria, además de ser tóxica en concentraciones elevadas.
Acusaciones de armas biológicas: laboratorios en la mira
Rusia también ha lanzado otra grave acusación: que Estados Unidos estaría financiando laboratorios biológicos secretos en Ucrania donde se desarrollarían patógenos peligrosos. Señalan al menos 30 laboratorios supuestamente involucrados en esta red, información documentada por la BBC.
La versión de EE. UU. y Ucrania difiere por completo: aseguran que se trata de laboratorios de salud pública, con apoyo internacional (OMS, UE) y que su función es prevenir enfermedades y amenazas sanitarias. Además, niegan cualquier desarrollo bélico en dichas instalaciones y acusan a Rusia de usar esta narrativa como herramienta de propaganda.
Hasta el momento, ninguna de las partes ha presentado pruebas concluyentes verificadas por organismos independientes. Las acusaciones mutuas parecen responder más a una estrategia de desinformación y guerra psicológica que a hechos comprobados, aunque sí encienden las alertas globales.
La guerra en Ucrania ha entrado en una fase donde lo químico y lo biológico ya no son solo amenazas del pasado, sino herramientas posibles en conflictos modernos. Y aunque aún no se pueda hablar de una “guerra biológica” en sentido estricto, la narrativa geopolítica ya la ha puesto sobre la mesa.