Mientras el gobierno presume avances en salud, el Instituto Nacional de Cardiología Ignacio Chávez —el centro más importante de su tipo en América Latina y uno de los más reconocidos del mundo— enfrenta una crisis de insumos que compromete la atención médica de pacientes hospitalizados.
De forma oficial, la institución notificó que a partir del viernes 25 de abril de 2025 sólo se tomarán exudados nasales para buscar presencia de Staphylococcus aureus en pacientes con certeza de intervención quirúrgica en los próximos siete días. El motivo: la escasez de recursos para realizar cultivos microbiológicos.
“Con la intención de optimizar los pocos recursos existentes necesarios para este y otros tipos de muestras”, señala el documento firmado por el Dr. Eduardo Rivera Martínez, jefe del Servicio de Infectología y Microbiología Clínica, y la Mtra. María del Rosario Vázquez Larios, jefa del Laboratorio de Microbiología.
Este tipo de estudios no son de rutina ni triviales: se utilizan para detectar bacterias peligrosas que podrían derivar en infecciones graves en pacientes hospitalizados, especialmente en cirugías cardíacas.
La circular fue enviada a todos los jefes de Departamento y Servicio del instituto, con copia al director general y a las principales autoridades médicas y administrativas. En otras palabras, el desabasto no es menor ni oculto: es institucional, está documentado y afecta directamente a la capacidad de prevenir infecciones nosocomiales.
¿Cómo llegó el sistema a este punto?
La falta de insumos para cultivos bacteriológicos en un centro de referencia como el INCar —considerado de excelencia por la propia Secretaría de Salud— abre una alerta roja sobre el estado actual del sistema de salud pública en México.
En cualquier hospital del mundo, suspender estudios microbiológicos por falta de insumos sería motivo de escándalo. En México, ocurre en una de las instituciones que deberían marcar el estándar.
Esta situación no sólo expone a los pacientes a mayores riesgos quirúrgicos, sino que también pone en duda la operatividad del sistema de salud pública en áreas críticas como la infectología hospitalaria, la microbiología clínica y la prevención de infecciones intrahospitalarias.
