En sus primeros 100 días de mandato, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ha impulsado una serie de acciones que han trastocado el orden mundial basado en reglas que Washington contribuyó a construir tras la Segunda Guerra Mundial.
Desde el inicio de su gestión, Trump lanzó una guerra arancelaria global sin precedentes, rechazó la tradicional ayuda exterior estadounidense, desprestigió públicamente a los aliados de la OTAN y adoptó la narrativa rusa sobre la invasión a Ucrania.
Además, ha realizado polémicas declaraciones sobre la posible anexión de Groenlandia, el retorno del Canal de Panamá y la conversión de Canadá en el estado 51 de la Unión Americana.

Alarma en el mundo
Estas decisiones han generado alarma en el extranjero y entre críticos internos, quienes advierten sobre señales de retroceso democrático en Estados Unidos.
Entre ellas destacan los ataques verbales de Trump contra jueces, presiones sobre universidades y la transferencia de migrantes a una notoria prisión en El Salvador como parte de una campaña de deportación más amplia.
“Lo que estamos viendo es una gran perturbación en los asuntos mundiales”, advirtió Dennis Ross, exnegociador de Medio Oriente para administraciones demócratas y republicanas. “Nadie está seguro en este momento de qué hacer con lo que está pasando o qué vendrá después”, añadió.
Por su parte, Elliott Abrams, un conservador que sirvió bajo los presidentes Ronald Reagan y George W. Bush, señaló: “Trump es mucho más radical ahora que hace ocho años. Me ha sorprendido”.

Socios se acercan a China
Funcionarios actuales y anteriores, diplomáticos extranjeros y analistas independientes consultados por Reuters coinciden en que son escasas las posibilidades de un cambio drástico en el enfoque de Trump.
En cambio, muchos anticipan que varios países realizarán ajustes duraderos en sus relaciones con Estados Unidos para protegerse de la incertidumbre que provoca la actual política exterior estadounidense.
Ha crecido la especulación de que el deterioro de las relaciones podría llevar a los socios estadounidenses a acercarse a China, al menos económicamente.