La vida de Rosario Ibarra de Piedra se apagó a la edad de 95 años, pero su legado: la lucha por los desaparecidos de México y su activismo de más de cuatro décadas permanecerán por siempre.
La tarde de este domingo, la fundadora del Comité Eureka fue sepultada en el Panteón Dolores al lado de sus seres queridos. Encabezaron el cortejo fúnebre sus familiares más cercanos, entre ellos, Rosario Piedra Ibarra, presidenta de la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH).
“Tenemos que seguir sembrando esas semillas y regar esas semillas y que sigan floreciendo”, pronunció su hija respecto a la lucha que sostuvo por más de 40 años su madre.
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La mujer falleció el sábado en Monterrey, Nuevo León, en medio de la crisis de desapariciones que enfrenta esta entidad.
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La activista fue velada el sábado en la capilla ardiente “Funerales Hernández”, ubicada en pleno centro de Monterrey, de donde partió la carroza al camposanto.
Nacida en Saltillo, Coahuila, Ibarra de Piedra comenzó su lucha por los desaparecidos tras la desaparición forzada de su hijo Jesús, quien fue acusado de ser parte de la Liga Comunista 23 de septiembre, durante el gobierno de Luis Echeverría Álvarez.
Desde entonces, comenzó el peregrinar de la mujer en instancias gubernamentales para localizar a su vástago, cuyo paradero hasta el día de hoy se desconoce.
Su hija, la titular de la CNDH, lamentó el deceso de su madre y sostuvo que también es una pérdida para la lucha por los desaparecidos.
“Obviamente sí, su pérdida es toda una pérdida por toda esa lucha que emprendió”, comentó al arribar a la capilla en donde fue velada Piedra de Ibarra.
Sostuvo que la mujer deberá ser recordada también por su defensa de los derechos humanos.
“Por la presentación de los desaparecidos, las libertades democráticas de este país”, sostuvo.
Este domingo, acudió a la capilla, el ex gobernador de Nuevo León, Sócrates Rizzo García, quien dijo la figura de Doña Rosario cobra gran relevancia en estos tiempos en que se han incrementado los índices de mujeres y jovencitas desaparecidas.
“Yo tengo especial aprecio para doña Rosario porque la conocí desde que estaba muy joven… Le tenía especial aprecio y le fui siguiendo la trayectoria y tiene especial valor lo que ha hecho porque se busque que las autoridades con más esfuerzo busquen a los desaparecidos”, puntualizó el priista.
Al Panteón Dolores también asistió Laura Elena Gaytán, presa política de 1979 y quien sobrevivió.