Nuevo León

En un mundo paralelo sería detective privado: Iraís Reyes

Iraís Reyes es una de las diputadas que forman el Grupo Legislativo de Movimiento Ciudadano

Los debates en el Congreso de Nuevo León no serían lo mismo sin su presencia. Y es que la legisladora Iraís Reyes es “aguerrida” porque discute, se enfrenta y pelea por lo que cree; no siempre gana, pero todo el tiempo está dispuesta a luchar por lo que cree es correcto.

“Si no, ¿para qué estaría legislando, no?”, cuestiona Reyes, egresada de la carrera de Derecho por el Tecnológico de Monterrey.

Se apasiona cuando habla de política; casi no mueve las manos, pero su mirada dice cuánto ama su trabajo.

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Pero aunque adora legislar, revela que su otro trabajo soñado estaría en el activismo y en un universo paralelo, sería detective privado.

¿Qué es un diputado?, ¿qué hace?

—Es el representante de una comunidad ante un Congreso. El diputado es una voz, es la persona que resiente los problemas y las demandas que tiene ese grupo que representa, explica.


Su principal tarea es hacer las leyes que nos dicen cómo aspiramos a ser como ciudad y como estado, nos dicen las reglas con las que vamos a funcionar como comunidad y al final el diputado es quien representa toda esa aspiración social de una determinada ciudad.

¿Qué se requiere para ser un diputado?

—Podría hacer muchas bromas sobre esto… ¿qué se requiere para ser diputado… pues la ley marca que determinada edad, tener un modo honesto de vivir… no estoy segura que todo mundo pueda cumplir con ese requisito y básicamente ser un ciudadano del lugar que buscas representar.

Sin embargo, yo creo que hay requisitos que deberíamos buscar en quienes nos representan aunque no estén plasmados en la ley. Por ejemplo, que sea una persona que comprenda el lugar que quiere representar… que sea una persona sensible, humana, preparada.

Y con preparación no hablo de que tenga un título académico o un grado, sino que conozca lo que está haciendo y pueda hacer un mejor trabajo, señala Reyes.

Debemos buscar elegir representantes como cuando elegimos a una persona en un puesto de trabajo, buscar que reúna atributos y cualidades que queremos en esa persona que esté al frente de nuestros problemas y demandas como sociedad.


¿Llega un momento en que ser legislador es cansado o estresante?

—¡Todo el tiempo! Al final de cuentas eres una autoridad con la que la gente tiene cercanía y hay muchos problemas que son municipales o estatales o federales y todos ellos llegan a ti. Quizá no es tu obligación constitucional o legal resolverlos, pero al final eres responsable de ello porque eres un representante de la comunidad.

Puede ser muy estresante lidiar con problemas que tú no tienes control de resolver, pero al final de cuentas te demandan una solución.

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¿Cuál ha sido su momento más difícil legislando?

—Cuando he tenido que… (piensa, luego comenta) cuando, algunas veces, la mayoría iba a votar de una forma y yo me separaba del voto de esa mayoría. Han sido momentos difíciles porque, a veces, ir contracorriente puede ser duro…

Son dilemas éticos que tienes que resolver.

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Usted es reconocida como una legisladora aguerrida y con un punto preciso para debatir, ¿a nivel personal, al final del día no es muy demandante?

—Es cansado porque es una exigencia personal de que quieres hacerlo bien todo el tiempo; quieres hacerlo bien en el Pleno, en las calles… quieres hacerlo bien en cómo lo comunicas.

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Es una exigencia que cargas contigo misma y con el resto de la gente que te rodea. Eso puede ser muy abrumador y pesado; cumplir con las demandas de la gente sí, pero cumplir con tus propias demandas, de lo que tú quieres y más cuando yo tengo muy claro cómo quisiera que fuera un diputado.

Toda esa carga me la pongo a mí misma y eso puede ser abrumador…

¿Fuera del Congreso es usted una workaholic?, ¿se lleva el trabajo a casa?

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—Todo el tiempo estoy pensando y trabajando. Sí, soy workaholic. Está mal, lo sé. Pero me llegan ideas y las escribo o me pongo a hacer algo o me pongo a leer.

Pero es que a mí no me gusta estar sin algo qué hacer. En general me aburro, me gusta estar haciendo algo, siempre.

Sí me llevo trabajo a casa, pero también dedico tiempo personal, pero aunque no esté trabajando en ello, estoy pensando y tan sólo con eso es una carga.

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¿No tiene una vida tan común, tan “como los demás”?

—Pues sí trato de tener espacios de convivencia, de hacer las cosas que me gustan, pero el trabajo te consume… a mí me consume… fines de semana, por las noches. Pero cada vez he entendido más la necesidad de conciliar tu vida personal con la laboral y llegar a un equilibrio.

En ese conciliar una cosa con la otra, ¿alguna vez pensó en tirar la toalla?

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—Ehhh… no he pensado jamás tirar la toalla de hacer por no poder conciliarlo sino por lo tóxico, lo difícil que puede ser el ambiente. Te desilusionas que no toda la gente que ocupa un puesto de poder quiere lo mejor para la ciudadanía.

Son discursos, muchos sí, pero no todos. Y es muy desesperante como, a veces, hay cosas de por medio más allá de la gente, ¿no? En esos momentos no es como que he pensado tirar la toalla de ya no ser… ¡he pensado en tirar la toalla en el sentido de quizá hay otros espacios donde puedes hacer más sin necesidad de tanta toxicidad política.

¿Se crea una adicción a esa toxicidad?

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—Pues aprendes a navegar en ella, aprendes a estar en ella y que no te consuma, pero sabes que existe y estás ahí. Tienes que aprender a amar todo; cada derrota… eso es al final lo que aprendes a amar… amar hasta la pérdida, amar cuando no ganas una votación… amar debatir… amar hablar con la gente… amar llegar al Congreso. Aprendes a amar los buenos y los malos momentos.

¿Qué estudió?

—Soy abogada por el Tecnológico de Monterrey, becada desde la prepa. Tengo una maestría en Estado de Derecho y Desarrollo por la Universidad de Loyola.

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También soy profesora de forma paralela a ser diputada. Doy clases en la Facultad de Derecho del Tec de Monterrey.

Si usted no fuera diputada… casi de tiempo completo por sus actividades, ¿a qué se dedicaría?

—Probablemente en este universo sería activista… pero en otro universo sería detective, ¡sí! Sería investigadora privada.

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¿Detective rojo o light?

—Rojo… y… ¡todo!

¿Le gusta la sangre?

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—No que me guste la sangre, pero me gusta resolver crímenes, dudas, incógnita. Entonces, en una vida paralela sería detective.

Desde su punto de vista, ¿por qué Nuevo León no ha tenido una gobernadora y por qué México no ha tenido una presidenta?

—Porque la idea del poder sigue arraigada en la imagen masculina. Por ejemplo, pasa con los médicos; la gente, a veces injustamente, prefiere que la opere un doctor que una doctora porque piensa que va a lidiar mejor con el estrés, que tiene mejores habilidades en las manos y ¡muchas cosas que son estereotipos y se han transmitido de generación en generación!.

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Pasa igual en el caso de los políticos… la sociedad, inconsciente o conscientemente sigue dándole un mayor peso y seguridad a cuando quien gobierne es un hombre.

¡Por eso no hemos tenido una gobernadora! Todas esas barreras han impactado, también las barreras para que te den una candidatura, son complicadas… y sobre todo las barreras para tener los recursos que te permitan competir justamente en una elección.

Sin embargo, yo creo que no falta tanto para que eso suceda… pero es la idea de que el poder es masculino.

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Hace poco Josefina Vázquez Mota, quien fue candidata a la Presidencia, reveló que había sido discriminada por ser mujer…

—Le pasa a todas las mujeres… en todo lo que hacemos, cómo nos vestimos, lo que hacemos, cómo nos comportamos. En política ser acertiva es ser mandona y ser directa es ser agresiva… cuando esos mismos atributos en un hombre los ven como alguien fuerte, persistente y directo. Somos juzgadas con una vara distinta…

Es la sociedad machista…

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—¡Exacto! Y en política se refleja más porque tiene qué ver con el poder y el poder se asocia con la dominación y por ende tiende a ser masculinizado.

¿A usted le han puesto trabas?

—¡Claro, muchísimas! Fue difícil obtener una candidatura, fue muy difícil contender en una elección. Para mí ha sido el periodo más duro que he enfrentado. Para mi fue más fácil tener un primer lugar de una generación o un crecimiento laboral o tener una beca para todos mis estudios que lo que representa una campaña.

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Fueron meses de mucho estrés, muy difíciles donde muchas veces me sentí sola… y aparte no siempre te sientan en las reuniones, no te invitan a todas las cosas. Cuando tienes un equipo creen que actúas porque alguien te dice qué hacer… ni siquiera te creen capaz de que puedas tomar tus propias decisiones.

¿Qué piensa usted de que hoy en día persista esta discriminación por género o por preferencia sexual?

—Es lamentable, es triste porque el mundo ha evolucionado, el mundo está abierto. No deberíamos tener estas fallas, pero es que realmente no hace tanto tiempo se le concedió el voto a la mujer. No hace tanto tiempo se comenzaron a generar leyes a favor de la comunidad LGBTIQ+; creo que entre más personas diversas estemos tomando posiciones de poder, estaremos rompiendo barreras.

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¿Tiene usted un role model?

—Pues me gustan Alexandria Ocasio, me inspira porque es una mujer joven que hace política… Angela Merkel, como líder me inspira cómo ha logrado tomar una posición tan alta de poder.

Mis role models son mujeres que han logrado ir contracorriente y que han logrado demostrar que pueden hacer un buen trabajo al frente.

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¿Hasta dónde van sus aspiraciones políticas?

—Quiero seguir en esto, aunque sea un ambiente complicado… parte del reto de la transformación consiste en estar ahí; sea como sea, pero estar ahí y haciendo que las cosas cambien.

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Me gustaría seguir siendo diputada, algún día me gustaría ser parte del Poder Ejecutivo; poder generar política pública, pero para eso todavía falta un rato, no hay prisa. Soy joven.

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¿Se ve como presidenta o gobernadora?

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—¡Claro!, ¡claro que sí!.. me acuerdo que una persona me dijo: “Está mal que digas que quieres ser diputada”; me lo dijo una persona que hace política… y yo creo que no hay nada vergonzoso en aspirar a ser algo o alguien y poder hacer algo por el lugar que queremos.

Entonces, ¡claro que me imagino! Si no, ¿para que estaría trabajando en esto?

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