Solamente durante el último año Guadalupe Hernández, fundadora de la organización benéfica Ayuda a un callejerito, ha rescatado a unos mil 950 perros y gatos en situación de calle. Reconoce que, a veces, no puede más. La mayoría de las ocasiones, de su propia bolsa, sale el dinero para comprar alimento, consultas con el veterinario y medicinas. Los “rescataditos” comparten la casa en la que la activista, su esposo e hijos viven... a veces falta espacio, pero lo que siempre sobra es amor.
Desde 2015 Ayuda a un callejerito saca, especialmente a felinos y canes de las calles. En esa casa de San Nicolás las mascotas son cuidadas, alimentadas, se vigila su salud y se dan en adopción a dueños responsables que les otorguen un “hogar para siempre”.
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“Siempre busco el bienestar de todos los animalitos, en general de todos. Yo en lo personal me dedico a la labor de rescatar perritos y gatitos en situación de calle, abandono y en contra de todo mal trato hacia ellos”, dice Hernández, quien además de trabajar en una empresa, atiende a su familia humana y, con más ahínco, a su familia animal.
¿Cómo es su trabajo como activista y rescatista?
—Difícil... yo estoy en contra de todo maltrato a cualquier ser vivo. Lucho para que haya leyes para ellos (los animales) y que haya castigos severos para las personas que abusan.
El Gobierno de Nuevo León ha puesto énfasis en la creación de leyes para defender a los animales, pero el maltrato persiste...
—Hay demasiado camino por recorrer. Justamente hace dos semanas se rescataron a varios perritos en Escobedo, me parece. Una persona los estaba golpeando y, al parecer, no hubo ningún castigo para esta persona a pesar de las evidencias.
Todavía falta demasiado, a lo mejor el Gobierno se está enfocando primero en los criaderos (ilegales) de los que proviene mucho maltrato, pero falta un largo, muy largo camino por recorrer.
De las leyes que se han creado recientemente, ¿cuál cree que ha sido la más importante?
—Todas son importantes, pero primeramente la que me pareció muy bien fue que prohíbe los criaderos porque muchas veces las personas compran un perrito de raza y mientras está chiquito todo está bien, pero crece y va a la calle.
¿Qué pasa después? El perrito va a la calle, se reproduce y es un círculo que nunca termina, sin fin. Esa ley me pareció súper buena, prohibir los criaderos y que las tiendas de mascotas dejen de vender perritos de raza y en su lugar haya perritos rescatados. La verdad esa es una gran oportunidad para todas las asociaciones rescatistas y una oportunidad para los animalitos también.
Aproximadamente, ¿cuántos animales ha rescatado desde la fundación de Ayuda a un callejerito?
—Te podría decir que el año pasado contamos mil 950 animalitos los que habíamos rescatado, entre gatos y perros. A finales de este año volveremos a hacer la cuenta de cuántos rescatamos, pero sí son muchos y todavía tenemos, aquí en el resguardo, mascotas que están en busca de un hogar.
Entonces estamos hablando de miles de animales que usted ha rescatado a lo largo de ocho años
—¡Exactamente! Porque no nada más son los rescatados. Muchas veces las perritas dan a luz aquí en el refugio y tienen hasta 12 perritos, esos también se cuentan, entonces hay que buscarles hogar a todos.
Tú vas y rescatas a una y te das cuenta de que viene con su premio... ¡jajajaja! Son demasiados los animalitos que hemos rescatado a lo largo de estos años y seguimos. Esperemos que con las nuevas leyes se vayan reduciendo en las calles.
¿Cuáles son los animales que más rescata, perros o gatos?
—¡Perros!, aunque hay muchos más gatitos en las calles que perros. El problema es que como el gato es más difícil de atrapar se complica más el rescate. Al momento que siguen en la calle, continúan reproduciéndose.
¿Cuál es el caso más difícil, triste que usted ha vivido en estos ocho años?
—Pues... tengo todavía a esta perrita que está con nosotros, no la han adoptado. A ella la rescaté de una casa donde era abusada sexualmente. El problema con ella es que todavía le teme a los hombres. Han sido muchos casos difíciles, afortunadamente todos han podido salir rápido adelante, pero a ella todavía le cuesta trabajo.
Ella tiene conmigo cinco años. Ha sido mucho tiempo de trabajo, primero empezamos con una figura femenina y poco a poco se le han ido integrando personas masculinas... con mi esposo y mi hijo ya se deja un poquito, pero cuando viene alguien externo lo primero que hacemos es presentárselo y cuando ve que no le va a hacer daño toma un poco de confianza.
Por lo regular los animalitos siempre vienen maltratados, le tienen miedo a la escoba, sueltas un grito y se asustan. Es ir trabajando con ellos y darles la confianza.
¿Cuál es el animal que más tiempo permaneció en el refugio?
—El primer rescate falleció el año pasado, fue Simba. El duró 12 años con nosotros y ahorita tenemos a Mia, una perrita que tiene 10 años en el refugio. Son perritos geriátricos que han vivido todo el tiempo con nosotros.
¿Qué le falta a la sociedad para poder ser más consciente de los animales?
—Mucha cultura es lo que falta. Los papás tenemos un gran trabajo por hacer para enseñar a las nuevas generaciones que un perrito, sea de raza o no, da el mismo amor. Incluso, yo siempre les digo: un perrito rescatado te va a dar más amor porque siempre va a estar agradecido de que lo sacaste de un lugar donde estaba sufriendo.
Pero siento que sí hay que educar a los niños, sobre todo que respeten.
¿Cuánto tiempo le dedica a esta labor de rescate?
—Esto es de 24 horas, cuando yo estoy trabajando mis hijos y mi esposo se quedan cargo de la manada, pero yo regreso y sigo. A base de mi trabajo es que logro sacar adelante a todos los animales en cuestión de sus gastos, vacunas, alimento.
¿Alguna vez pensó en tirar la toalla?
—¡Sí! Yo creo que cada vez que nos falta alimento, que vemos un perrito y no lo podemos rescatar porque, a veces se nos complica. Muchas veces he dicho: “¿Sabes qué?, ¡ya!”, pienso en tirar la toalla porque la sociedad nunca va a cambiar.
Pero al ver a los animalitos, estar con ellos... simplemente con las redes sociales, platicar historias de los animales vemos que cada día más gente se va acercando y tomando conciencia y esa misma gente aprende cosas; eso da ánimo de seguir adelante.
¿Qué tan difícil es conseguir apoyo para esta causa, para vacunas, alimento, esterilización..?
—Es una labor muy cansada porque cuando vienen a visitarnos a la casa me preguntan: “¿Cómo le haces para que no se peleen?”... y pues hay que sacarlos, todos los días a caminar, a pasear. En cuestión de alimentos es muy pesado.
Afortunadamente el municipio de San Nicolás me apoya en cuestión de vacunas y en cuestión de esterilizaciones. Cuando se enferman yo los llevo al veterinario que nos apoya y se paga con mi sueldo... a veces no es suficiente porque actualmente tengo 32 perritos y 17 gatitos...
Cuando no tengo dinero solicito el apoyo por medio de las redes sociales y la gente sí nos apoya. Se batalla, pero vemos la forma de salir adelante vendiendo cosas que tenemos, invitando a la gente a que venga, nos conozca y que esta es una labor que se está haciendo por los animales.
Con estas acciones, ¿ya se ganó el cielo?
—Me lo han dicho muchas veces, pero yo creo que con cada acción que hagamos, por pequeña que sea, con eso tenemos el cielo ganado.
¿Cuántas mascotas son adoptadas al mes?
—Mmm... si te soy sincera son... cinco mascotas. El problema es que la mayoría de los perritos que tenemos son talla grande, a veces es muy complicado encontrarles un hogar, pero siempre hemos encontrado el lugar indicado para ellos.
¿Qué le pide usted a la gente que tiene mascotas?
—Que hagan mucha concientización del cuidado de todo ser vivo. Y en cuestión de nosotros que nos apoyen para poder seguir sacando a más perritos de la calle, del abandono del maltrato. Siempre les comento que hay muchas formas en que nos pueden apoyar, simplemente compartiendo una publicación donde pedimos apoyo... que nos visiten, que vean la labor.
¿Alguna vez ha llorado?
—¡Sí, muchísimas veces, demasiadas! Sobre todo en los rescates... ver cómo van evolucionando... a veces lloro porque llego tarde y el animalito ya está muy mal... lloro de impotencia, de pensar cómo el ser humano es tan cruel y es tan indiferente.
Pero cuando el animalito sale adelante es una felicidad bruta, no lo podría explicar. Cuando llego tarde siempre les digo: “Perdóname”. Lo que yo espero es que ojalá algún día se acabe de la labor de rescatar perritos ¡porque ya no hay perritos qué rescatar!
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El refugio Ayuda a un callejerito está ubicado en Hacienda Teocalis 105, colonia Haciendas de Anáhuac en San Nicolás de los Garza.