Después de que este lunes el Gobierno de Nuevo León y un grupo ciudadanos emplazaron a la Refinería de Cadereyta a que mejore sus sistemas de producción para evitar que contamine o cierre o se reubique, saltaron las declaraciones el presidente Andrés Manuel López Obrador quien en agosto de 2020 advirtió que la empresa no se puede cerrar.
Agregó que en ese momento se estaba invirtiendo para modernizar sus procesos de producción.
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La semana pasada un reporte del Inventario de Emisiones en la Zona Metropolitana de Monterrey destacó que el 99% de la dispersión de dióxido de azufre proviene de la empresa de Pemex.
“No podemos cerrar la refinería de Cadereyta; esto puede ser, como no tengo duda, una demanda legítima de los ciudadanos y de los gobiernos municipales, del gobierno del estado. Tenemos que explicarles necesitamos esa refinería, lo que tenemos que buscar y comprometernos es a que no contamine, y eso se puede lograr”, indicó AMLO durante una conferencia de prensa en Nuevo León, después de una visita a la planta.
El 19 de agosto de 2020, el Gobierno del estado, en ese momento, encabezado por Jaime Rodríguez Calderón, comenzó un proceso para someter a consulta pública si la Refinería se iba o se quedaba.
Y hace 10 meses, Félix Arratia, en ese entonces secretario de Medio Ambiente, señaló que a la administración estatal no le temblaría la mano para clausurar las instalaciones.
Sin embargo, el proceso no sería tan sencillo ni fácil.
“Estamos hablando de una de las empresas más poderosas de México que ya tiene más de 40 años en Nuevo León y es una fuente de trabajo para miles de personas”, señaló el economista Luis Manuel Suárez.
Tomar una decisión de esta magnitud (cerrar la planta) significaría un desbalance económico porque, de inmediato, habría desabasto de combustibles, añadió.
Suárez comentó que la de Cadereyta es la segunda refinería más grande de Pemex.
“De acuerdo a un reporte produce unos 100 mil barriles de diesel y gasolina lo cual es un número importante porque de ahí se abastece a varios estados, no solamente a Nuevo León”.
Son, añadió, alrededor de 3 mil empleados directos los que quedarían sin trabajo.
“Desde otra perspectiva se generaría en el estado una crisis laboral. ¿A dónde van a ir esos empleados?, ¿cómo vamos a resolver esa situación? No es un paso fácil. Requiere de mucho análisis, de sentarte con las personas indicadas y ver qué se puede hacer y qué no se puede hacer...”, Suárez.
La ecologista Jessica Hidalgo indicó que ha realizado estudios durante unos cuatro años sobre el impacto que tiene la Refinería en las vidas de los neoleoneses.
“Para empezar la ecología, el aire se verían beneficiados si cierran la planta o la reubican. Nuestra salud mejoraría de una forma increíble, pero no a corto plazo. Quizá una próxima generación empiece a ver los beneficios de la reubicación o la clausura porque el daño a esta ya está hecho”.
La Universidad Autónoma de Nuevo León, realizó un estudio sobre los efectos de reubicar a la refinería o cerrarla.
“El estudio hizo referencia a que el cierre de seis días de la Refinería en julio de 2016 disminuyó hasta en más del 12% la emisión de dióxido de azufre.
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“Los números duros arrojaron que sin la presencia de esa planta, en Nuevo León se evitarían más de 400 decesos al año por temas de contaminación”, añadió Hidalgo.