Además de celebrar la Resurrección de Cristo, en su mensaje de Pascua, el arzobispo de Monterrey, Monseñor Rogelio Cabrera López, pidió que a los feligreses orar porque haya agua suficiente y por la paz y la tranquilidad.
En su mensaje de Domingo de Resurrección, Cabrera López también incluyó que haya más vocaciones sacerdotales.
“Pedimos a Dios que tengamos el agua suficiente para nuestra bebida, pero también para el bien de nuestras ciudades y que haya paz y tranquilidad entre nosotros”, expresó.
El arzobispo indicó que es un momento para celebrar el acontecimiento central de la fe, la Resurrección de Jesucristo.
“La Pascua no solo es una fecha en el calendario, sino el corazón mismo del cristianismo”, indicó. “Es el grito de esperanza que resuena a través de los siglos… no está aquí, ha resucitado como lo había dicho Cristo.
“Venciendo la muerte nos ha abierto las puertas de la vida eterna, su victoria sobre el pecado y la muerte nos asegura que nada y nadie podrá separarnos del amor de Dios”.
La luz es la última palabra
En un mundo marcado por el dolor, la incertidumbre y la injusticia, añadió Cabrera López la resurrección de Cristo nos recuerda que la última palabra no la tiene la oscuridad sino la luz.
“(La última palabra) No la tiene el sufrimiento sino la vida que brota de ella, la Pascua es paso, es tránsito, es renovación. Nos invita a pasar de la tristeza a la alegría, del egoísmo al servicio, de la desesperanza a la confianza.
“Como dijo San Pablo: si hemos muerto con Cristo creemos que también viviremos con él. En este Tiempo Pascual cada uno de nosotros está llamado a dejar atrás las tumbas interiores, el miedo, el rencor, el pecado y a salir como Lázaro al encuentro del Señor que nos llama a la vida plena”.
Destacó que a quienes se sienten perdidos Jesús les dice: “Yo soy la Resurrección y la vida. El que cree en mí nunca muere, sino que vivirá”.
Monseñor añadió en su mensaje pascual que a quienes viven atrapados por el pasado, Jesús Resucitado ofrece la paz.
“Y a quienes dudan como Tomás les muestra sus llagas como testimonio de un amor que lo ha dado todo y que no se retracta jamás”.
Pero indicó que la Resurrección no es solo un regalo sino también una misión.
“Como las mujeres en la tumba vacía, como los discípulos en el camino, nosotros también somos enviados a anunciar que Cristo vive”, expresó el arzobispo.
