Dentro del cúmulo de noticias que hubo el pasado fin de semana, una de ellas resulta ser de la mayor relevancia para nuestra sociedad binacional, la tragedia sucedida en el estado de Chiapas que significó la muerte de 55 personas y otras 55 heridas de gravedad, debido al choque del camión en donde viajaban apiñadas. Por lo menos 40 mujeres migrantes que pretendían abandonar la pobreza y las condiciones de vida precarias que tenían en Guatemala, Ecuador, República Dominicana y México, para abrazar una nueva vida en Estados Unidos, fueron víctimas de esta tragedia. La delincuencia y la impunidad no les permitieron alcanzar su sueño, solamente lograron llegar a morir a unos cuantos kilómetros de su lugar de origen, después de haber pagado por lo menos 1,000 dólares por cabeza.
La tragedia de estas personas no debe ser un fenómeno ajeno a nuestra sociedad, somos un país de migrantes, el segundo en el mundo después de la India, 12 millones de paisanos nacidos en México que viven en Estados Unidos, más de 30 millones de origen mexicano nacidos en aquel país llamados de segunda y de tercera generación, que representan un brazo nacional que ha contagiado nuestra cultura a la sociedad vecina, nuestra comida, nuestra religión, nuestros valores familiares y nuestras canciones, tanto que el propio presidente Joe Biden y la NFL se sumaron a las condolencias por el fallecimiento de nuestro querido Vicente Fernández; algo que solamente se explica si entendemos que somos una sociedad binacional.
Parte fundamental de esta inserción cultural en el vecino país se debe a las mujeres que han tenido que abandonar su tierra; datos sobre los flujos migratorios muestran que entre 2009 y 2018 de 719 mil 241 emigrantes a Estados Unidos, 25.9% son mujeres y que un poco más del 45% se fueron de su lugar de origen por dos causas principales: reunirse con su familia o estudiar.
Las mujeres mexicanas se han convertido en un sector relevante en la actividad económica de Estados Unidos, a pesar de que todavía su participación en el mercado laboral es menor que el de los hombres, las condiciones de desigualdad son evidentes.
La mitad de las mujeres migrantes en Estados Unidos son económicamente activas, según señaló la Magistrada del TEPJF Monica Soto en el evento de Justicia Electoral para la comunidad migrante que encabezó el magistrado Presidente Reyes Rodriguez Mondragón, en el Colegio de la Frontera Norte.
Sin duda parte de los 50,000 millones de dólares de las remesas de este año son enviados por estas mujeres a su familia, son como en México, su soporte emocional y en ocasiones económico, por ello debemos de pensar en políticas públicas que les ayuden a vivir libres de violencia y sin miedo.
Estoy seguro de que así como en el plano electoral, el proceso exitoso de empoderamiento y la permanente lucha por el quebrantamiento de los techos impuestos por el patriarcado que han dado las mujeres para conquistar espacios públicos, la lucha migrante también está llamada a triunfar, el muro que culturalmente existe entre los dos Méxicos se debe derribar con voluntad y a golpe de sentencias y de modificaciones legislativas, pero principalmente generando socialmente un reconocimiento mutuo de los del otro lado y de la necesidad de estrechar nuestros lazos de unión.