Desde que el pasado 1º de octubre de 2021 el presidente López Obrador envió a la Cámara de Diputados la iniciativa de reforma constitucional sobre la industria eléctrica, se ha desatado un debate no solo nacional sino también internacional que ha derivado en posturas de socios estratégicos de nuestro país, principalmente estadounidense y europeo.
La propuesta es como todo en este gobierno, lejana de una visión a futuro, con bases del siglo pasado y es que tan solo en lo que se refiere a la electricidad por mencionar algunos ejemplos actualmente existen 1,200 plantas de generación eléctrica construidas por la inversión privada (IP) con lo cual se atiende el 62% de toda la demanda eléctrica de nuestro país, con el cambio propuesto únicamente el Estado a través de la Comisión Federal de Electricidad (CFE) destinará los recursos para producir energía y utilizarse de acuerdo a sus prioridades.
Actualmente ni la CFE ni las empresas privadas tienen una cuota máxima para generar electricidad, por lo que hay una libre competencia, en caso de que la reforma se aprobara, no habría otras opciones para adquirir energía eléctrica, es decir, que actualmente hay opciones para producir y adquirir electricidad, por lo que los precios suelen ser más bajos, pero sin esta competencia y con la CFE tomando todas las decisiones los precios subirán beneficiando únicamente a la Comisión y afectando de manera directa a los consumidores, nuestros recibos de luz llegarán todavía más caros. Este es solo un ejemplo de lo que ocurriría a nivel interno.
Esta propuesta nos aleja de una generación de energías limpias y renovables por lo que la preocupación también se extiende a nivel internacional, y es que este proyecto es arcaico y por lo tanto nos aleja de compromisos que hemos adquirido globalmente, como el Acuerdo de París, en el cual el principal compromiso es mantener el calentamiento de nuestro planeta preferentemente a 1.5°C en la segunda mitad de este siglo.
Esto no es cosa menor y es algo en lo que todos deberíamos de estar involucrados y sobre todo preocupados y es que ¿han notado que cada vez ciertos fenómenos naturales se han intensificado? Con el calentamiento global a través de la acumulación de gases tendremos temperaturas más cálidas, tormentas más intensas, propagación de enfermedades, aumento de las olas de calor, derretimiento de los glaciares, huracanes más violentos, cambios en los ecosistemas, desaparición de especies de animales, aumento del nivel del mar, entre muchos otros cambios.
Pero eso no es todo, la problemática escala a lo acordado por nuestro país en la modernización de tratados internacionales, como lo es el Acuerdo Global con la Unión Europea y el T-MEC a nivel regional, que entró en vigor el 1 de julio de 2020.
En torno a éste, la preocupación de sus socios se ha incrementado pues México incumpliría en diversos rubros de un tratado que beneficia a las tres partes. Sin embargo, el gobierno de Joe Biden se ha mostrado especialmente preocupado por lo que, a todas luces es una imprudencia energética y medioambiental. Las pasadas visitas de la Secretaria de Energía, Jennifer Granholm y el enviado especial para el Medio Ambiente, John Kerry, son claros mensajes tanto de alerta como de cooperación que ojalá el gobierno no desestime, pues sabemos que el estilo del presidente es justamente el de minimizar lo que no le conviene.
La comparación es necesaria, en Venezuela las reformas energéticas han culminado en constantes apagones justamente por que el gobierno no es capaz de generar toda la electricidad necesaria. Si seguimos permitiendo que López continúe al pie de la letra el manual populista, terminaremos rezagados en la arena internacional. López Obrador ha demostrado que su obstinación es únicamente para el beneficio de su círculo más cercano. Al tiempo y muy feliz día del amor y la amistad… Una dosis de cursilería no cae nada mal en estos tiempos.