Las comunidades que logran mejorar sus condiciones de vida siempre contemplan vías para que sus integrantes reciban los beneficios de colaborar y de compartir los mismos objetivos. Cuando eso no sucede, la separación progresiva del grupo tiende a ser la consecuencia inmediata.
En una sociedad, incluir a la mayoría es uno de los elementos de cohesión más importantes que existen. Coincidir en lugares comunes y tener acceso a espacios públicos gratuitos que permiten diversas actividades, crea lazos de identificación fuertes que permiten que las y los ciudadanos se sientan parte de una metrópoli, un municipio o una colonia.
Aunque se ha tratado de sustituir esos espacios de convivencia con áreas comunes en amplios complejos inmobiliarios, el sentido de pertenencia se construye en las calles, en los parques y en esas áreas donde acudir es el único requisito.
Por eso el mantenimiento del espacio público es vital para que una sociedad tenga paz y tranquilidad. Si en nuestro entorno no hay áreas comunes que nos permitan hablar, jugar, llevar a cabo actividades deportivas, entonces hay una mala planeación y debemos organizarnos para que eso se corrija.
Es suficiente con recorrer nuestra colonia para saber si los espacios que deberían estar dedicados a nosotros se encuentran en buen estado y disponibles para convivir. Han pasado dos años de pandemia y muchos de ellos pueden no estar en buenas condiciones, por lo que la responsabilidad de reportarlos y de ayudar en su rehabilitación nos involucra a todos los vecinos.
No importa que esos espacios puedan ser empleados por más personas que no necesariamente viven ahí (muchas veces en el pasado he observado casos de falta de mantenimiento para que un espacio no sea empleado por personas que trabajan o que estudian cerca), cada área que está en condiciones se convierte en un centro de confianza donde podemos sentirnos seguros junto con nuestras familias.
Ya en semáforo verde y con algunos rasgos de endemia, podemos iniciar la reconquista de espacios más allá de nuestro hogar y hacernos responsables del buen estado de nuestro entorno. Contar con un buen alumbrado público y con esos espacios al aire libre limpios, son factores de prevención y de seguridad que tienen un impacto duradero en cualquier sitio.
PUBLICIDAD
En caso de no encontrarlos así, nos corresponde organizarnos vecinalmente y apoyar en su restauración. Las autoridades municipales tienen obligaciones establecidas para proporcionarnos servicios públicos adecuados, pero es una realidad que ninguna administración local puede sola, sin el respaldo de la ciudadanía, y ésta tampoco puede suplir las funciones que le hemos otorgado a nuestra autoridad inmediata. Se trata de ayudarnos mutuamente para que en cada zona de nuestra ciudad o municipio tengamos las condiciones para vivir en armonía.
Y una es habilitar espacios que se vuelvan lugares de reunión y de encuentro, particularmente para los más jóvenes, que han reemplazado la salida a los parques por más tiempo frente a la computadora o los videojuegos. Es hora de estar afuera, ahora que el clima lo permite en muchos estados del país, para vernos de nuevo y compartir no solo el espacio, sino la oportunidad de comunicarnos directamente y de colaborar alrededor de sitios que son el núcleo de la comunidad a la que pertenecemos.
A pesar de que estamos conectados virtualmente durante horas, sabemos poco de quienes nos rodean y menos acerca de lo que hacen; conocerlos nos abre a un mundo de posibilidades de vinculación que seguramente nos favorecerán. Es crear identidad y tejido social, dos aspectos que ayudan a cualquier sociedad a prosperar.
Si incluimos a una mayoría y le brindamos un acceso equitativo a esos espacios públicos, entonces estamos construyendo sociedades inteligentes, las mismas que trascienden y consiguen resolver cualquier obstáculo porque se mantienen enfocadas, unidas y abiertas a incorporar a todas las personas que buscan el bien común.