Por DZ
Es fácil confundir el sexo y el género. El primero es biológico y está relacionado con el cuerpo, la anatomía y los cromosomas. Mientras que el otro es el conjunto de expectativas, estándares y creencias que ha creado la sociedad para regular cómo deben comportarse los hombres y las mujeres.
Cuando algo se sale de la normatividad toleramos poco la ambigüedad, entonces términos como equidad desaparecen y aparece un afán clasificatorio regido por un ánimo jerarquizador, que coloca inevitablemente rótulos o etiquetas descalificatorias.
Por nuestro esquema cultural tanto la diferencia de las mujeres respecto de los hombres como la de las personas homosexuales respecto a las heterosexuales, se traduce en una mirada acotada que genera prácticas intolerantes.
La homosexualidad no está integrada simbólicamente con la misma valoración que la heterosexualidad, por eso es vivida como antinatural. La incapacidad impulsada por la ignorancia que existe sobre los procesos psíquicos y los sociales propicia prejuicios y desinformación que limitan y lastiman las vidas de millones personas.
Para abrir paso a una cultura más amorosa es indispensable plantear el reconocimiento a la diversidad y con ella la posibilidad de investigar qué es y cómo opera el género, por que y como hemos normado la convivencia.
Así el género es un filtro a través del cual miramos e interpretamos, se vuelve un mapa del mundo, una armadura, que constriñe y fija límites al desarrollo de nuestras vidas. La discriminación en base al sexo, y la homofobia, se practican en todos los ámbitos ya sea educativo, laboral, religioso, político y lo más doloroso a nivel familiar.
Las mujeres enfrentan retos enormes, ¿qué pasa si decide ser científica, o piloto, o cualquier opción considerada “masculina?” tendrá que enfrentar más obstáculos que los que enfrenta un hombre, y tal vez tendrá que demostrar con doble esfuerzo que es buena profesional, ganando en la mayor parte de los casos un sueldo menor, solo por ser mujer. Incluso si decide no casarse y tener hijos, tendrá que defenderse de los roles impuestos para ella, empezando en la familia.
Pero, mientras su vida sexual y afectiva se ajuste a las pautas de género, o sea mientras se manifieste abiertamente heterosexual, se case y tenga hijos, se muestre casta y célibe, podrá vivir relativamente tranquila. Si es homosexual, por más respetada que sea profesionalmente, tendrá que manejar discretamente su vida afectiva y sexual, incluso esconderla, para no ser rechazada o estigmatizada y si no desafía las normas de ética cultural sobre el género, se la “tolerará”.
Hay algunos casos excepcionales que estan ligados al poder, la fama y el ambiente donde se desenvuelve, así su “desviación” puede ser vista como parte de su excentricidad, pero la persona común y corriente que quiera asumir su orientación homosexual abiertamente corre el riesgo de perder el trabajo o de ser expulsada de su grupo de pertenencia y esto aplica tanto a hombres como a mujeres.
¿Tú que opinas?
C7 Salud Mental
Teléfonos
+525521060923
+525519514858
Facebook: @c7saludmental
Instagram: @c7saludmental
Mail: c7saludmental@gmail.com
#C7SaludMental