A la memoria de Cecilia Monzón
“Fue un ajusticiamiento. Fueron sicarios”, dijo el presidente sobre el asesinato de la abogada y activista Cecilia Monzón en Puebla, esos sicarios a los que hace unos días dijo que también los cuidaba el gobierno porque son “seres humanos”.
Esos sicarios que tienen tirados en el suelo a niñas y niños de escuelas para protegerse de balaceras en Sinaloa; que corretean y planean tirar un helicóptero del Ejército o realizan un fusilamiento a plena luz del día en Michoacán.
Esos sicarios que todos los días dejan cuerpos desmembrados en Zacatecas; que abren fuego en Guanajuato, Sonora, Tamaulipas, San Luis Potosí, Chihuahua, Veracruz, Jalisco.
Esos sicarios que asesinan a periodistas, a candidatos y candidatas, migrantes, activistas; que secuestran, cobran derecho de piso, desaparecen personas, influyen en las elecciones. Esos sicarios que cooptan a nuestros adolescentes.
Esta vez fue Cecilia Monzón, una activista que defendía a las mujeres, una feminista que buscaba la justicia por violencia intrafamiliar, una abogada que desde 2019 había pedido a las autoridades un esquema de protección por amenazas de muerte.
Fue un feminicidio a plena luz del día, “sin duda iban sobre ella” dijo el presidente, quien desde el púlpito crítica, menosprecia e invalida la lucha femista y las demandas de las mujeres.
Era una mujer que defendía mujeres, una mujer que buscaba una vida libre de violencia para la mujeres, una mujer con enfoque de género, una mujer que fue asesinada vil, cruel y cobardemente.
Lo dijo bien Martha Tagle, “el caso de Cecilia pone en evidencia que ninguna mujer está a salvo”.
La Comisión Nacional para Prevenir y Erradicar la Violencia contra las Mujeres (Conavim), ha informado que desde el primer bimestre de 2015 a la fecha el registro de los feminicidios se incrementa año tras año.
¿Qué va pasar con esa mujeres que estaban siendo defendidas por Cecilia Monzón? ¿Quién va ser justicia por las mujeres violentadas, si quien las defendía hoy ya no está?
Hoy las mujeres hemos perdido una aliada, hoy fue Cecilia Monzón. Por ella, por las que vienen atrás de nosotras y por las seguimos en la lucha, no dejaremos de decir “Ni una más”, porque el movimiento feminista no tiene colores ni ideologías, tiene casuas.
La muerte de Cecilia Monzón comprueba que los sicarios deben ser llevados frente a la ley y no ofrecerles abrazos, que es el más grave permiso para seguir asesinando con absoluta impunidad.