En primer lugar, hay que reconocer que una de las principales causas del hartazgo de la ciudadanía respecto a sus gobiernos y que representa uno de los temas que mas la ofenden, es cualquier forma de corrupción.
Por ello, el Presidente de México desde su campaña se comprometió a combatirla y que fuera uno de los elementos primordiales de la profunda transformación que vivimos en el país.
Lamentablemente, hubo casos muy escandalosos, al grado que llegó a afirmarse que la corrupción formaba parte de la cultura mexicana. Se cayó en múltiples excesos y se dificultó la labor de las instituciones.
Sin embargo, como parte del compromiso del gobierno del Licenciado López Obrador, desde el primer día de administración se lucha con toda energía y firmeza, con la ley en la mano, en contra de cualquier expresión de corrupción.
En México contamos con instituciones del más alto nivel que a diario trabajan en acciones concretas para evitar que se desvíen recursos o se utilicen para fines distintos para los que están destinados.
Así, en principio, se establecieron nuevos mecanismos para las adquisiciones públicas, la instrucción primordial del Presidente de la República ha sido que todos los servidores públicos deben actuar con absoluta honestidad.
Para ello, se han fortalecido las leyes, como es el hecho de que la corrupción es considerada como delito grave, los titulares de los órganos de control interno dependen directamente de la Secretaría de la Función Pública, además de que la Auditoría Superior de la Federación realiza una supervisión constante en el ejercicio del presupuesto y el desempeño gubernamental, entre muchas otras acciones, como es la de acabar con privilegio.
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Para ello, se emprendió una estricta política de austeridad para garantizar que los recursos públicos lleguen directamente a la población que los requiere.
Sin duda, la política contra la corrupción está dando frutos, pero estaba tan arraigada que se requiere de tiempo y de mantenerla en forma permanente para evitar que se caiga en los excesos del pasado.
Hoy afortunadamente contamos con un gobierno honesto desde el más alto nivel y se impulsa una nueva cultura administrativa que permea ya en toda la sociedad mexicana.