Las malas prácticas de los call centers solo han empeorado con los años. A las llamadas nocturnas, el acoso telefónico para ofrecer tarjetas, créditos y otros productos, ahora se sumaron delitos como los ejecutados por los llamados “montadeudas” y hasta grupos criminales que presuntamente hackean, simulan la petición de préstamos y los trasfieren a otras cuentas, sin el conocimiento de las víctimas que, además, son usuarios de la institución bancaria, es decir, sus propios clientes.
Hasta el momento, los ciudadanos no hemos logrado presionar de la manera correcta para que una industria importante en la Ciudad de México y en el país, haga lo necesario para evitar que nuestros datos personales circulen sin ningún control y eventualmente lleguen a criminales que los usaran en nuestra contra.
La reciente detención, precisamente en un call center, de varias personas dedicadas a extorsionar con supuestos préstamos rápidos revela una forma de operación que pasó de ocurrir de manera encubierta a establecer estructuras paralelas que están en el corazón de ese mismo sector.
Opción de trabajo para muchas y muchos jóvenes que inician en el mercado laboral, con empresas que han destacado en todo el continente por sus resultados y profesionalización, los call centers están dejando que la falta de controles adecuados empañen su desarrollo y produzcan una competencia nociva que se nutre, seguramente, de colaboradores que hicieron de la filtración de bases de datos un requisito para contratarse con la competencia y utilizar la información para colocar productos financieros entre personas que nunca habían entrado en contacto con ellos.
También es importante que los bancos y las compañías de servicios financieros hagan lo que les corresponde. No pueden contratar a un call center sin comprobar que cuenta con estándares alto de confiabilidad y de transparencia.
Puede parecer que contar con millones de datos de contacto es una fortaleza, pero lo único que logra es enfurecer a miles de posibles clientes y, ahora, exponerlos a delitos basados en infundir miedo, lo que afecta a la percepción de seguridad y a la lucha diaria de la mayoría de nosotros por vivir en paz y con tranquilidad, porque no se sentirá un avance, a pesar de que los números digan lo contrario.
Y en este punto, es de la mayor relevancia insistir en la denuncia de este tipo de delitos por todos los medios posibles y en la prevención. No responder nunca a números que no identificamos, ni mensajes, ni llamadas. Si lo hacemos, colgar de inmediato y enviar la denuncia, si este tipo de criminales prospera es porque no contemplamos llamar la atención de las autoridades y del resto de nosotros, cuando nos damos cuenta de que era una estafa o ya fuimos víctimas.
La desidia por detener un delito que nos afecta, más allá de la pérdida de dinero, es convertirnos en víctimas permanentes, fáciles de sorprender y que seguiremos en la mira de aquellos que buscarán variantes a su crimen, si no les cerramos el paso.
Hay una responsabilidad de quien ofrece un crédito o un préstamo a nombre de una institución financiera y también existe una responsabilidad en esa misma institución si no aclara, desmiente o deja de contratar a un call center que está empleando bases de datos que fueron sustraías de otro call center para ampliar su mercado de colocación de productos.
Es momento de hacer una revisión profunda de esta industria y de ajustar los parámetros legales y corporativos que no están sirviendo para evitar que un sector paralelo copie sus mismos procedimientos, solo que, para robar, extorsionar e intimidar a sus propios clientes y a la ciudadanía en general.