Opinión

¡Bájale a tu prepotencia!

Entre las muchísimas anticualidades que nos distinguen a los seres humanos, indudablemente una de las más desagradables es la prepotencia

Entre las muchísimas anticualidades que nos distinguen a los seres humanos, indudablemente una de las más desagradables es la prepotencia. Aquellos que son prepotentes o aquellos que ejercen la prepotencias son individuos de personalidad sumamente narcisista y carentes de empatía hacia los demás.

Lo que los distingue es que en su cotidianeidad ejercen su poder (que por lo regular es grande o considerable) de manera abusiva; pero también se caracterizan por alardear en presencia de otros y con frecuencia recurren al desprecio y al menosprecio para humillar a sus semejantes.

De entrada, los prepotentes se sienten superiores a los demás, ya sea porque se trata de personas sumamente exitosas, con riqueza material, agraciados físicamente y dotados de un intelecto por encima del promedio, y a la par que desarrollan una personalidad en la que ponen por encima de todo su ego, también anulan por completo de su perfil emocional tanto la humildad como la modestia.

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Pero, al mismo tiempo, en un análisis más profundo de estos sujetos, la realidad es que se trata de individuos sumamente inseguros y acomplejados.

Y es que detrás de esa agresividad y arrogancia, los prepotentes son personas tremendamente frágiles y vulnerables, a la par de que permanentemente llevan a flor de piel un gigantesco complejo de inferioridad que tratan de camuflar con el ejercicio desmesurado del poder que poseen.

Y esto ocurre porque son incapaces de manejar asertiva y atingentemente el rechazo social, aunque la realidad es que cuando se comportan de forma prepotente lo que están detonando es justamente eso: El rechazo de los demás hacia ellos.

Bajo ese contexto, ¿cómo podemos identificar a una persona arrogante? Eso es simple: Los soberbios tratan con desprecio y menos precio al resto del mundo. Siempre demeritan a los demás porque creen que así van a ganar “valor social”; además, por lo regular los arrogantes no le prestan atención a las opiniones ajenas, denotando que son personas que no saben escuchar.


Si estás frente a alguien que permanentemente muestra rechazo o está en desacuerdo con lo que dicen otros individuos, indudablemente se trata de un arrogante.

Otra cosa que caracteriza a los prepotentes es que todo el tiempo están alardeando de algo, de sus proezas (las cuales siempre exageran) o de sus posiciones (las cuales siempre exageran también), por lo que no pierden la oportunidad de llevar las conversaciones a un punto en el que ellos siempre están sobresaliendo. Obviamente, a la par de que se comportan de esta forma, cuidan mucho de que sus defectos o imperfecciones.

Y cuando se trata de ganar territorialidad hay que tener muchísimo cuidado con ellos, pues suelen ser exageradamente crueles con aquellos que perciben que son tímidos o débiles, porque se sirven de este tipo de personalidades para afianzar su egocentrismo, por lo que es trascendental que jamás les muestres sumisión o temor. Apenas reconozcas que te quieren involucrar en una dinámica de sumisión tienes que echar mano de tu carácter y ser firme para rechazar a quien te quiere faltar al respeto con sus palabras y sus actitudes.

Este tipo de personalidades las puedes nulificar siendo firme, respetuoso y muy determinado a no permitir abusos y/o insultos. La fuerza y el poder mal encaminados conducen a los prepotentes a situaciones desagradables y bajo ninguna circunstancia les debes permitir que te utilicen para sus oscuros fines.

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