La marcha en defensa del INE, del pasado domingo, puede ser un parteaguas de cara a las elecciones del 2023 y 2024. Fue una de las movilizaciones más grandes de las que se tenga registro, a pesar de que se hizo todo por minimizarla, a pesar de que se operó en medios para no hablar de ella. Todos los actores políticos, quienes estuvieron o quienes la vieron, se dieron cuenta que no fue algo menor.
Simplificar lo sucedido el domingo pasado no solo es un error, sino podría ser un error de cálculo para los siguientes procesos electorales. Parece muy difícil que el partido en el poder no retenga la presidencia en el 2024, sin embargo, otros espacios como las cámaras o la Ciudad de México pueden ser grandes reveses para Morena.
El presidente Andrés Manuel López Obrador redujo la marcha a un acto político, incluso señaló que quienes asistieron lo hicieron apoyando el racismo y el clasismo, también lo calificó como un “striptease” político. Lo cierto es que, a pesar de que hubo un puñado de políticos impresentables, descalificar el acto es un error.
No solo fue el mandatario quien descalificó el hecho, parte de la narrativa para minimizar el acto comenzó con el secretario de gobierno de la CDMX, Martí Batres, quien de manera absurda señaló que hubo 12 mil asistentes y posteriormente le siguió la jefa de gobierno Claudia Sheinbaum, quien mencionó que aquellos que asistieron lo hacen en favor del “fraude electoral”.
Los gobernantes ejercen su labor para todos los ciudadanos, no solamente para quienes votaron por ellos. Se entiende que los integrantes de un partido político puedan disentir, lo que no se debe hacer es que los gobernantes ataquen a quienes ejercen un derecho ciudadano simplemente por no pensar como ellos.
Más cuesta entender que aquellos que padecieron arbitrariedades cuando fueron oposición hoy sean los que ejercen la tiranía y crítica. La marcha puede ser una gran oportunidad para construir un mejor INE, debatir sobre lo que se tiene que cambiar y lo que se puede mejorar, pero no debe ser un pretexto para politizar.
La polarización no termina, al igual que en otros países que recientemente tuvieron elecciones como Brasil y Estados Unidos, en México parece que estamos destinados a la división entre dos. Es muy riesgoso y lamentable, no necesitamos más un escenario de descalificaciones y el de un país dividido, aunque sea rentable políticamente, el país no dará para mucho más.