La sentencia espiritual “Y la verdad les hará libres” puede interpretarse como la verdad que nace en nosotros, pues, en este lugar, la verdad nos otorga la libertad, además de riqueza espiritual. Como resultado de esto podemos movernos por la vida con gracia y facilidad.
Sobre todo en tiempos de mucho caos y conflicto, podemos buscar dentro de nosotros ese espacio en donde yace la única Verdad Suprema, la verdad más alta, el principio del bien absoluto y la causa de todo. A decir de grandes maestros espirituales, la meta de la vida es que cada uno de nosotros busque la verdad.
Es en la verdad que encontraremos la libertad para todos los desafíos de la vida. Nuestra verdadera libertad depende de la medida en la que estemos atentos y en contacto con este espacio de Verdad Absoluta en nuestro interior.
Parece un concepto muy filosófico e inalcanzable, pero no lo es. Recordemos que la verdad, no es la realidad. La realidad sí es inalcanzable puesto que tendríamos que abarcar todas las mentes de todos los tiempos.
Sin embargo, la Verdad Suprema, es constante y omnipresente. Está siempre al alcance de nuestra intención de sintonizarnos con ella.
Muchas de las problemáticas y limitaciones que enfrentamos son un indicador del grado en el que no estamos en contacto con la verdad, y, por el contrario, el grado en el que sí nos montamos en una construcción de la realidad que, por naturaleza, está hecha a base de creencias, ideas predeterminadas, prejuicios y conceptos que nos separan, heredados por la familia, la religión y la sociedad.
Esto, además de agotador, limita nuestras opciones de forma muy importante. Rendirnos a la Verdad Suprema, y no a la verdad relativa, permite que ganemos luz y comprensión pudiendo mirar más allá de la apariencia externa de las cosas. La Verdad Suprema pertenece al principio en la naturaleza que es absoluto, por lo cual, es superior a todas nuestras limitaciones.
Nuestro éxito jamás podrá ser más fuerte y más eficaz, que cuando está fundamentado en la Verdad Suprema y Absoluta, y no sólo en una porción de lo que creemos como real. En esa Verdad que sólo Es, y que está más allá de las descripciones, yace el campo de potencialidad pura. Todo en el Universo se está moviendo hacia la Verdad y nosotros nacimos para manifestar la Verdad Divina, que siempre nos dará poder sobre la materia.
Al meditar en esta Verdad, establecemos una relación con el poder responsable de sostener al Universo. Desde ahí, entramos en contacto con las infinitas posibilidades para nuestro destino, sólo que, al hacerlo con la voluntad de sintonía con la Verdad Absoluta, permitiremos que lo mejor sea manifestado, pues es como hacer una solicitud para ser iluminado e infundido con la luz de todo lo que Es, tal como el Sol ilumina el cosmos. Los Vedas revelan que somos hijos de la luz, hijos del Sol nacidos en la Tierra para llevar adelante la luz Divina de la Verdad.
Acudamos a la Verdad más allá para buscar autoconocimiento y autorrealización desde el estado de pura potencialidad, libre de condicionamientos. Desde este nivel de amor puro, luz pura, paz pura, alegría pura, Ser puro, se desarrolla la vida no condicionada por ninguna restricción, y, por lo tanto, de la más alta manifestación.
Un bebé, antes de sus condicionamientos, está en esta interconexión pura. Es de donde venimos y a donde anhelamos regresar. Es nuestra verdadera naturaleza.