De las buenas y trascendentes noticias de la semana pasada, sin duda, es el anuncio por parte del presidente de la República y la Secretaria del Trabajo y Previsión Social, de que empresarios, obreros y el gobierno acordaron un aumento del 20% del salario mínimo, que entrará en vigor a partir del 01 de enero de 2023 (que va de 172 pesos a 207 pesos diarios), lo que implica que, se beneficiará a más de seis millones de trabajadoras y trabajadores en México.
Considero que los efectos de este incremento son positivos para la economía, sin embargo, el reto es que alcance para dos canastas básicas por familia, puesto que, para fijar este aumento, se toman en cuenta el porcentaje de la inflación en nuestro país y el costo de productos esenciales, y debe ser suficiente para cubrir aspectos básicos como: comida, vestimenta, transporte, vivienda y educación.
En este sentido, si bien es cierto que el aumento a dicho salario es un paso hacia adelante por parte de esta administración, pues está por arriba de lo prospectado del 15 por ciento, también es verdad que, derivado de diversos factores, entre ellos, la pandemia provocada por Covid-19 y la crisis económica en general, los precios en los productos más básicos han aumentado de manera muy considerable (huevo, tomate, papa, cebolla, frijol, aceite, sopa de pasta, tortillas, leche).
De ahí que, toda proporción guardada, era absolutamente necesario el aumento que nos ocupa, y aun así, quizá no sea suficiente ante la “aceleración” que ha registrado este año la inflación, que ha golpeado especialmente a los sectores más pobres.
De ahí que, debemos seguir trabajando muy fuerte para tener mayor inversión privada, mexicana y extranjera, así como para que generen mayores empleos.