La reforma constitucional que se pretendía aprobar en el Senado sobre materia electoral debió haberse discutido de manera profunda durante días o semanas. Es indispensable hablar sobre el sistema electoral, discutir sobre la manera de mejorarlo y llegar a posibles acuerdos entre todas las fuerzas políticas.
Las visiones unilaterales no abonan a la construcción de una mejor institución electoral, el acuerdo y el diálogo son indispensables, sobre todo en un país dividido y polarizado. No se debe perder la oportunidad de debatir sobre una reforma electoral, esta discusión debió iniciarse hace meses, no a días de concluir el periodo legislativo.
Los partidos políticos deben de plantear propuestas, no imponerlas. Los gobernantes tampoco están exentos del debate, sus aportaciones son tan importantes como las de la oposición, así como las de la autoridad electoral y de los especialistas. Todos deberían contribuir a robustecer la democracia mexicana.
No se puede negar que el Instituto Nacional Electoral requiere cambios para hacerlo más eficiente, pero tampoco se puede negar que ha sido indispensable en la construcción de la democracia en México. No es con un discurso de blanco o negro como se debe abordar el tema, hay pendientes, pero también hay grandes logros.
Personalizar las instituciones no es un acierto. El presidente del INE dejará su cargo en unos meses, no es a él a quien se debe cuestionar o defender, sino a toda la institución. Los mensajes personales no deben ser importantes, la estrategia del ataque personal no es una buena estrategia en esta discusión.
Bienvenido el debate sobre la reforma electoral, está en el Senado de la República la oportunidad de discutir y llegar a acuerdos, mismos acuerdos que nos hacen falta como nación y nos hacen falta de cara al siguiente proceso electoral, habrá que esperar.