Han pasado poco más de cuatro años desde que inició la actual administración, una administración diferente en su comunicación cotidiana pero no necesariamente positiva al respecto.
Cuando se establecieron las conferencias mañaneras, parecían una buena idea para la comunicación constante y abierta entre las autoridades y la sociedad. Sin embargo, este ha sido un espacio en el que se ha polarizado al país, por lo duro y por lo tupido.
Todo aquel que piense distinto al presidente ha sido calificado y exhibido en estas conferencias, en donde se ha expuesto información personal, sueldos, opiniones contrarias al oficialismo. El presidente ha asumido una postura en este país que básicamente se resume en un crudo “o están conmigo o están en mi contra”.
Postura que un numeroso sector de funcionarios públicos y sociedad civil han adoptado al grado de materializarlo en una división social que hoy padece nuestro país.
La semana pasada, una vez más, y quizás ya (mal)acostumbrados; el presidente se lanzó en contra de periodistas que no han sido afines a su administración y que el ha considerado “conservadores”.
El presidente no ha entendido el poder de sus palabras ni la crisis de violencia que vive nuestro país, no ha entendido que vivimos el año más mortífero para los periodistas en la historia de México, en donde hasta el momento 17 personas han sido víctimas por ejercicio de su profesión.
A solo unas horas de sus declaraciones, uno de los periodistas de mayor renombre en México sufrió un grave atentado en contra de su persona, que afortunadamente no pasó a mayores, pero el presidente debe de ser responsable de sus actos y de sus dichos, llamar a la conciliación en nuestro país y dejar de polarizar por diversión o por fines electorales. Nuestro país no tolera más división o violencia ante esta interminable crisis de seguridad.
El discurso contra ciertos medios de comunicación desde la conferencia mañanera ha desatado la violencia en contra de los periodistas en nuestro país. Se ha convertido en un sector vulnerable por el simple ejercicio de su profesión, y aun cuando se han implementado programas para protegerlos, no han sido suficientes y se les sigue atacando desde la voz pública de la autoridad.
Desde esta columna nos solidarizamos con todos aquellos periodistas que han sido víctimas de cualquier tipo de violencia en nuestro país ¡Ya basta!
