Es común escuchar en el argot cotidiano la palabra “camarada”, ya que la relacionamos con nuestros amigos o con quien nos acompañe. Según la Real Academia Española (RAE), camarada significa en “ciertos partidos políticos y sindicatos, correligionario o compañero”.
En el ámbito político nos remonta a los primeros años de expansión del Partido Comunista ruso y a las diversas asociaciones sindicales de izquierda que, con justa razón, surgieron en protesta ante un capitalismo voraz, que acrecentaba la brecha de desigualdad.
En el México actual es común que abyectos al presidente se nombren entre sí “camaradas” como distintivo especial. Apelan un desdibujado marxismo como distintivo y abrazan a quienes se hacen llamar de izquierda… aunque en los hechos sólo vean por sus propios bolsillos, aunque en los hechos sólo vean por sus propios bolsillos, sus propios intereses, mientras el pueblo sufre hambre, inseguridad, medicinas por mencionar algunas situaciones que se está viviendo en nuestro país.
Entonces, si el buen gobierno no depende de ideologías sino de ejercicios acuciosos para resolver las problemáticas completas y de apelar a valores universales, como la paz, ¿por qué las ideologías de extrema izquierda siguen resultando tan atractivas hasta el punto de ensalzar la palabra camarada?
Porque tanto la derecha como la izquierda comparten el mismo ímpetu de perpetuarse en el poder si son llevadas a cabo por personas o grupos de personas con dichas intenciones. No se trata de ser de bueno o malo o de estar en un polo u otro.
Es por ello que el guiño del presidente a su camarada preso de Perú se recarga en los extremos fáciles y dicotómicos: nada más sencillo que lanzarle esos mensajes al mundo, el decir de dientes para afuera que se apoya a otros funcionarios de izquierda ( radical, voraz, irracional y sobre todo atenta que atentan contra la democracia) para seguir reforzando a su base electoral en México y para contar con el apoyo internacional cuando lo necesite, tal y como lo vimos con Evo Morales, y otros líderes.
Más que de izquierda son lideres populistas que ambicionan perpetuarse en el poder a través de la demagogia, la ignorancia, el pensamiento mágico y su desconocimiento de las políticas económicas elementales. En su ideario, la única igualdad es posible es la pobreza, la ignorancia y la desesperanza.
En la 4T saben que no cuentan ni con la mitad del apoyo que tenían en 2018, de ahí su desesperación por conseguir aliados de donde se pueda, sin importarle lo que estos hayan hecho en sus respectivos países.
Sólo por mencionar un poco de cifras de contexto, se tiene que el padrón electoral registrado por el INE para la pasada Consulta de Revocación de Mandato constaba de 93 699 497 personas, de los cuales 15,159,323 votaron para que siguiera el presidente, es decir, apenas la mitad con la que ganó las elecciones en 2018.
Ya desde el gobierno de México podemos esperar todo tipo de abruptos para perpetuarse en el poder, hasta el punto de rayar en el descaro. Están desesperados porque saben que no tienen todas las de ganar en 2024.
Por eso es que aplauden el hecho de que se aloje en México a la familia de una persona que disolvió el Congreso de forma inconstitucional antes de que se votara una moción de vacancia en contra del mandatario y se aprobara su destitución por presuntos actos de corrupción, entre otras cuestiones. Que nada les salga a ellos con que la ley es la ley.
Por su parte, el gobierno actual de Perú mandó un mensaje claro al expulsar al embajador de México en su país.
Con esto expresan, no sólo su desdén por el apoyo a los infractores de la Ley, sino que demuestran que no tienen el más mínimo interés en ser parte de lo mismo que combaten: el populismo y la corrupción.
En definitiva, al proteger a su camarada peruano, el presidente de México está vulnerando tratados internacionales de no intervención. Retomaré las palabras que acaba de expresar Jorge Lomónaco para El Universal: “En tan solo un par de años y bajo un mismo gobierno, no uno sino dos embajadores mexicanos han sido expulsados. Un “logro” sin precedentes en la historia diplomática de México”.
Ser “camarada” no es malo. Ser de izquierda tampoco lo es. Lo que es malo es atentar contra la democracia y contra la división de poderes. Pero la buena noticia es que la ciudadanía, en general está detectando cuál es la verdadera alternancia, por más que intenten tapar el sol con un dedo, los resultados están a la vista.
Y como colofón… nada ha resultado más eficaz que la justa medianía, es decir, actividad económica y políticas de justicia social en el marco del libre mercado.
Países socialdemócratas, como Finlandia, Suecia, Noruega, Alemania, Austria y Dinamarca, nos siguen demostrando la eficacia de sus medidas para la redistribución del ingreso, salud de calidad y seguridad a sus habitantes. Feliz Navidad distiguido lector. Gracias por leerme …