Twitter se ha convertido en una de las maneras más habituales para incorporarse a una batalla constante, que ya parece interminable. El contenido de la red social, propiedad hoy de Elon Musk, tiene como principio una guerra de bandos que parece nunca va a concluir (incluida la de su propio CEO), de hecho, cada día presenta peores escenarios.
Si bien esta plataforma es una herramienta útil para informarse, también es fácil caer en la desinformación, la cantidad de falsedades, verdades a medias o editoriales disfrazadas de noticias como única verdad nos llenan el feed todos los días.
Insultos, burlas, propaganda política y mentiras son parte de la conversación digital que pretende encontrar en los usuarios, predicadores de una verdad que no lo es, pues en su mayoría presenta la parte conveniente de quien la dice y omite el contenido de quien no piensa como el redactor de los contenidos.
Muchos medios de comunicación, que tampoco lo son, se han subido a la conversación digital editorializando su contenido en su beneficio o hacia el mejor postor, pues aquello que supuestamente ya no pasa, resulta que sucede todos los días. Plumas y textos pagados para hablar bien o mal de alguien.
No es imposible encontrar personas, periodistas y medios que presentan información de manera equilibrada, pero cada vez cuesta más encontrar equilibrio en las opiniones.
Si bien, como usuarios de las plataformas digitales buscamos leer aquello que compartimos, es necesario encontrar puntos divergentes, aunque no sea lo que nos satisfaga, pero sí nos complemente.
Lo más importante es que el contenido sea sustentado, equilibrado, con datos e información que se pueda comprobar o corroborar en otros espacios. La opinión siempre será eso, pero entre menos se mueva a la polarización mejor.
La batalla de Twitter no le ayuda a nadie, menos el ruido estruendoso que se vive ahí, acompañado de bots y cuentas pagadas que incitan al odio y a la misma polarización. Esta plataforma es necesaria, ojalá que algún día podamos terminar la batalla que ahí se vive, pero por hoy parece que llegó para quedarse.