Para iniciar, amables lectores, ubiquemos primero los efectos sobre la salud de las personas que causan los siete principales contaminantes del medio ambiente en las grandes ciudades, a los que diariamente estamos expuestos los habitantes de la Zona Metropolitana del Valle de México, la conurbación más grande del país: dióxido de azufre, irrita las vías respiratorias; puede provocar broncoconstricción, bronquitis y traqueítis. Dióxido de nitrógeno, puede causar bronquitis y pulmonía.
Ozono, en altas concentraciones, reduce la función pulmonar, agrava el asma, inflama las células que recubren los pulmones, agrava las enfermedades pulmonares crónicas. Partículas 10 y 2.5, agravan el asma y las enfermedades respiratorias y cardiovasculares. Plomo, causa retraso en el aprendizaje y alteración en la conducta. Monóxido de carbono, una exposición prolongada puede provocar mareos y dolor de cabeza. Benceno, produce efectos nocivos en la médula ósea.
Ante toda esta ola de graves padecimientos provocados por la contaminación, ¿Sabe usted, amable lector, que los árboles y plantas constituyen una gran barrera natural que aminora la polución al ambiente en las urbes gigantes como la del Valle de México? Y aun sabiéndolo, se están perdiendo de manera preocupante estos recursos verdes debido principalmente a la complacencia de las autoridades ante el crecimiento irregular de proyectos inmobiliarios.
Estudios realizados por expertos del Centro Interdisciplinario de Investigaciones y Estudios sobre Medio Ambiente y Desarrollo, del Instituto Politécnico Nacional (IPN) señalan que la Ciudad de México en total tiene 1.30 metros cuadrados de parques por habitante, lo que es muy distante de los promedios oficiales internacionales recomendados por la Organización Mundial de la Salud (OMS) que estipula tener de 9 a 50 metros cuadrados de espacios públicos verdes por habitante. Añaden los investigadores politécnicos que las ciudades a nivel internacional con mayor número de áreas verdes por persona son Sidney, con 235; Roma con 166, Hamburgo, con 114 y Curitiba, con 52 metros.
Por su parte, académicos de la Universidad Iberoamericana en un trabajo publicado en 2021, alertaban sobre la pérdida de 17 kilómetros cuadrados de áreas verdes en la capital del país, debido al derribo de árboles en frentes de manzana y vía pública por el cambio de uso de suelo habitacional para la construcción de desarrollos inmobiliarios.
A esto debemos agregar que la desaparición de las áreas verdes (señala estudio realizado por la UNAM) además ha traído el problema de captación de agua para los mantos freáticos, lo que propicia suelos cada vez más secos en sitios como el Valle de México, asentado en una cuenca que dio origen a lagos y de la cual se sigue extrayendo agua del subsuelo, propiciando que el agua que utilizamos cada vez sea conducida desde distancias más lejanas.
Así las cosas, una tarea importante para nosotros como ciudadanos responsables es denunciar el derribo y tala clandestina de árboles, para la construcción de desarrollos inmobiliarios así como respetar, propiciar y cuidar las áreas verdes cercanas a nuestro entorno. Sin ellas, la salud de niños y personas mayores corre mucho riesgo.
Hasta la próxima.
