Opinión

¿Qué conviene decirle y qué conviene callarle a tu pareja?

Hay que ser muy asertivos, perceptivos y receptivos en muchos, muchísimos temas, porque de esto depende el éxito o fracaso de nuestra relación

En las relaciones de pareja existen demasiados puntos finos que se deben abordar con demasiada sensibilidad e inteligencia.

Cuando estamos construyendo un vínculo emocional y sentimental con una persona la realidad es que nuestro conocimiento de ella es prácticamente nulo y es a gracias a la comunicación y la convivencia cotidianas que podremos consolidar ciertas dinámicas que nos permitirán aspirar a tener un noviazgo o matrimonio sólido o duradero.

Hay que ser muy asertivos, perceptivos y receptivos en muchos, muchísimos temas, porque de esto depende el éxito o fracaso de nuestra relación.

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Así las cosas, cuando se presenta el momento de negociar los acuerdos que sentarán las bases de esa sociedad, será muy importante definir varios aspectos y uno de ellos será la conveniencia de ser del todo abiertos y sinceros con nuestra pareja.

Hay que ser muy cuidadosos al momento de decidir si vamos a ser un verdadero “libro abierto” o si será apropiado que no toquemos ciertos temas que podrían afectar el proceso de comunicación afectiva que tendremos con nuestr@ novi@ o espos@.

Guardarnos cosas para nosotros mismos, no contárselas o enterar de ellas a nuestra pareja, no necesariamente tiene que ser interpretado como mentir.

Pero tenemos que sopesar que si algún día la persona con la que estamos se entera por otra vía de algún secreto que hemos guardado durante mucho tiempo él o ella lo van a entender como un acto de traición y desde su perspectiva sí lo entenderán como si se tratara de una mentira. Así que hay que tener mucho cuidado con eso.


Por lo tanto, ¿qué es lo que debemos considerar información que merece que se la compartamos a nuestra pareja y qué podríamos omitir no decírselo por así convenirnos o porque en realidad no hay razón de darle pormenores de ello a nuestra media naranja?

Pues eso ya lo deberemos evaluar individualmente cada uno de nosotros y, dada la delicadeza del asunto, determinar si vale o no la pena traerlo a nuestra conversación.

Así que es apropiado que, en un momento de reflexión o introspección individual, cada uno de nosotros llegue a la conclusión de si tenemos esqueletos escondidos en el clóset, basura debajo de la alfombra o algún episodio que consideremos inconfesable que, de ser descubierto. podría acarrearnos varias y serias dificultades.

Y ejemplos hay muchos: ¿Tuviste un hijo fuera de matrimonio y no le has contado a nadie de él?, ¿eres portador de una enfermedad contagiosa y todavía no has enterado a tu pareja de ella?, ¿eres bisexual?

¿Por alguna circunstancia tuviste líos con la justicia y estás en el registro de delincuentes?, ¿cometiste un fraude en alguno de tus empleos anteriores y eso te provoca un tremendo cargo de conciencia que a veces no te deja dormir?, ¿fuiste testigo o cómplice de un delito? La lista es interminable.

Aquí el punto importante es que tú decidas qué te es conveniente decirle a tu pareja y qué te es conveniente callar porque, de dar a conocer ese secreto, las consecuencias para tu relación y tu vida podrían ser devastadoras. Y no exagero, hay muchas cosas que nos guardamos que una vez que salen a la luz no parecen ser tan terribles. O todo lo contrario. Todo depende de la relevancia que piensas darle a la comunicación dentro de tu relación.


Lo cierto es que callar no siempre es de sabios… pero hablar tampoco.

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