Es lamentable ver cómo se ha comportado el presidente Andrés Manuel López Obrador, ante la posibilidad de que Xóchitl Gálvez sea la candidata del Frente Amplio por México, de cara a las elecciones presidenciales del 2024. Todo aquello que prometió no repetir, lo está haciendo, incluso peor que cualquiera de sus antecesores.
En las últimas semanas, López Obrador ha mostrado un rostro autoritario, con ataques desmedidos y sin sustento contra quien le parece una amenaza real para la continuidad del proyecto que encabeza. Normalizar estos ataques, refleja la nula cultura democrática que muchos ciudadanos sustentan, asumir que el presidente está en su derecho de denostar contra un político de otro partido, es no comprender que un mandatario gobierna para todos, tan simple como eso.
Las voces que sugieren que el presidente está en su derecho de verbalizar sus opiniones, que suelen ser insultos y desacreditaciones disfrazadas de libertad de expresión, olvidan lo que ha costado la democracia en nuestro país. Los rasgos autoritarios de López Obrador son claros y no señalarlos nos hace ver que la polarización nos rebasó. Pasar por encima del otro como primicia gubernamental.
Hoy, muchos están cegados ante el paternalismo y los favores que el gobierno otorga. Hay un “permiso” concedido de un sector de la población para atacar a quien no piensa como ellos, nada más peligroso para un país que está colmado de violencia en todos los sectores de la sociedad.
Para algunos, sería justificable que un aspirante de oposición dejara la carrera presidencial bajo amenazas, ataques o presiones que lleguen desde el gobierno, muchas de ellas infundadas. Todo el aparato del Estado para desacreditar al otro, incluso quebrantando la ley, un ejemplo de ello fue que el propio mandatario federal mostró los contratos de las empresas de Xóchitl Gálvez, un hecho lamentable.
La democracia lleva pocos años en México, nadie puede negar que durante décadas no existió y el partido que gobernó durante 70 años amañó elección tras elección, de eso también debemos aprender. Sin embargo, tampoco podemos negar que hoy vivimos en un país democrático, con muchos vicios sí, pero democrático. Como ciudadanos debemos señalar los abusos del poder y más, cuando atentan contra la democracia.
No podemos dejar de señalar que el presidente se ha comportado como un tirano, con toda la fuerza del Estado y sus medios a modo. En la democracia se gana o se pierde, pero en la tiranía solo gana uno y todos los demás perdemos.